Chantaje desesperante

4.5K 264 6
                                    

Ver a mi pequeña en brazos de aquella mujer, la cual la mantenía dormida como si ella fuera su madre... Mi corazón se encogía, se retorcía y me dolía. Y más horror me entró cuando reconocí la melodía: Hide and Seek, una especie de cántico de miedo cuyo vídeo describe muy bien el pánico que se siente. 

- Dormida recuerda mucho a Raito, ¿no crees, Akemi?- preguntó Cordelia, girándose y mirándome, llena de regocijo al verme tan asustada. Yo estaba al frente, con Raito a mi izquierda y los demás a mi espalda-. Mi dulce nieta, tan inocente como su madre.

- Por favor, no le hagas daño...- sollocé, comenzando a llorar del miedo. 

- Sus ojos son muy curiosos- siguió hablando la mujer de cabellos violetas cuando Akira se despertó. Al ver a Cordelia, pareció entender enseguida lo que pasaba, y se puso a llorar. Cordelia no hizo nada por calmarla: es más, habló por encima de sus gritos. Yo estaba histérica-. Si la tirara desde esta altura, ¿moriría? ¿O seguiría con vida como vosotros?

- ¡No!- ladré, corriendo hacia ella. Pero a medio camino me detuve: una cadena de metal pesado se apretó contra mi garganta, y mi espalda se quedó contra el pecho de un hombre. Cerré un ojo y agarré la cadena, en un gesto de desesperación. Supe quién era el hombre que me tenía apresada: Richter. 

Cuando los seis hermanos dieron un paso adelante para ayudarme a mí y a Akira, Cordelia hizo ademán de dejarla caer de la terraza al jardín y Richter me apretó aún más la cadena. Retrocedieron.

- Haremos una cosa, chicos- dijo Cordelia, poniéndose al lado de Richter. Miré de reojo a Akira, quien no dejaba de llorar aterrada-. Tenéis dos opciones: quedaros con Akemi y dejar que me lleve a Akira, o quedaros con Akira y dejar que me lleve a Akemi. 

- Eres una bruja- gruñó Raito, apretando los puños. Cordelia frunció el ceño y le hizo un ademán a Richter con la cabeza, a lo que él respondió cerrando por completo la cadena sobre mi cuello. Al apretarla tanto, me di cuenta demasiado tarde de que la cadena tenía pequeñas púas de metal incrustadas, por lo que aparte de ahogarme pequeños hilos de sangre me tiñeron la piel. 

Cordelia miró primero a Akira, berreando; luego, a mí, tosiendo y con sangre resbalando por mi cuello; y después a los seis hermanos, que ni respiraban por miedo a que nos pasara algo a las dos chicas de la casa. Al final, se hundió de hombros.

- Me dais lástima, ¿sabéis? Es un chantaje demasiado fácil hasta para mí. No veremos pronto.

Al mismo tiempo, Richter alfojó mi cadena y Cordelia dejó caer a Akira. Raito la cogió en el último segundo mientras que los demás no se acercaban para no atacarme. Raito era el único que sabía controlarse ante mi sangre, así que me dejó a Akira y mientras yo calmaba a mi hija, sin poder dejar de llorar por el pánico, Raito me lamió la sangre del cuello, hasta limpiármelo y permitir que mi organismo se encargase del resto. Sólo entonces los demás se acercaron. Cordelia y Richter habían desaparecido. 

- Me temía que esa mujer apareciera tarde o temprano- bufó Raito, frotándome la espalda con una mano y mirando a sus hermanos con furia-. Tenemos que estar atentos, ahora más que nunca.

Yo seguía llorando, abrazando a mi pequeña y sin poder calmarme aún.

(En la foto, Richter)

Soy madre junto a Sakamaki RaitoWhere stories live. Discover now