Primavera

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Celeborn sonreía con infinita alegría esa mañana, los galadhrim desconocían el motivo de la alegría de su señor, sin embargo la festejaban con él y es que el reino disfrutaba de la calma y la paz, todos se movilizaban, pues la primavera estaba por llegar, eso significaba que pronto los campos darían frutos y la vida en el bosque cobraría vida.


No había elfo que holgazaneé, no en el reino de Lothlorie.


Sim embargo, a cierta elfa le causaba intriga la repentina alegría que parecía inundar al señor de Lothlorie, saludaba efusivamente a cada elfo que se le cruzase e irradiaba un cálido aura. Lo vio llegar hasta el talan principal y sentarse en su trono mientras tomaba un libro entre sus manos.


─A pesar del gran trabajo, veo que lo disfrutas ─

─La primavera es hermosa y después de este duro invierno, el festival para recibirla se espera con ansias ─

─El reino esta alegre como su señor ─ Celeborn asintió aun revisando el libro ─ Sin embargo no todos celebraran, llego una carta de Haldir, mande dejarla en tu despacho, por tu expresión veo que no llegaste a leerla ─ Ese negó ─ No regresará en quizás dos meses, a pesar de la calma prefirió quedarse por si la situación empeorase ─


─Es un apena que tengan que pasar el festival alejados del reino, pero comprendo su misión como capitán ─ La elfa asintió.


Algo pasaba por la mente de su esposo, lo intuía, sonrió cuando se dio cuenta de que Celeborn bloqueaba su magia, no podría leerle la mente ese día.



**


Lo elfos silvanos se preparaban para darle la bienvenida a la primavera, cientos de barriles llenos de vinos eran llevados al salón principal, los pasadizos estaban finamente decorados, los jardines eran limpiados, todos los elfos verdes se movilizan, el bosque entraba en el periodo más hermoso y ellos sentía la gratificante sensación al estar conectados con su tierra.

Pero esto implicaba un amplio despliegue del consejo, desde papeleos hasta conteos de suministros y barriles como el refuerzo de guardias en el reino.

El Rey personalmente se encargaba de supervisar cada detalle hasta el más mínimo y si no le agradaba lo mandaba a rehacer.

Todos conocían lo exigente y extravagante que era su Rey, por lo que en lo mínimo traban de cometer errores. Sin embargo para sorpresa de todos su Rey se hallaba extrañamente alegre llegando a pasar por alto algunos detalles que en otra situación le hubiese costado una a sarta de regaños.


─Majestad ─


La suave voz de Isimel lo trajo a la realidad, era la cuarta vez en lo que iba de la semana que se sumía en sus pensamientos en medio de una reunión.


─Le toca decidir si la propuesta de Lord Minnëw, de usar la comida de reserva para el festival ─


─No toda, los tres cuartos, siempre es bueno tener reservas ─ Los consejeros asintieron y abandonaron la sala de junta dejando a Thranduil solo.

Meleth NinWo Geschichten leben. Entdecke jetzt