De la valentía para mí

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¿Y si todo es un juego?
Tomamos decisiones todo el tiempo. Pero... ¿son reales?
No sabemos siquiera ¿qué es la realidad?
No sabemos nada y aún así creemos que lo sabemos todo.
Elegimos caminos que nos cambian. Caminos de los que no podemos volver atrás sin dejar huellas.
Caminos que se enredan en un laberinto sin final y aún así seguimos andando, porque pensamos que podemos salir.
Creemos que somos los mejores, pero eso jamás podrá ser así.
En el fondo de nuestro ser lo sabemos. Siempre hay algo mejor, alguien mejor, más inteligente, más rápido, más ágil. Mejor.
Somos frágiles.
Nos rompemos, nos estropeamos, nos deterioramos.
Venimos y nos vamos.
Todo aquello que hacemos, cada paso que damos, tiene consecuencias que llegan como un golpe en la cara, de esa pared que no habíamos visto venir mientras corríamos, porque comprobábamos que nadie nos seguía.
Cada gesto, cada pequeño movimiento puede cambiarlo todo. Tu futuro, tu presente.
Cada pequeño paso puede dejarte marcado para siempre.
Y aún así, aquí estamos todos, corriendo para buscar la salida, tomando decisiones cada minuto, cada segundo.
Somos valientes aunque no lo creamos. Nos jugamos todo todo el tiempo. Tenemos fé aunque pensemos que no lo hacemos, pues creemos en lo que elegimos.
Tenemos esperanza, esperanza en nuestras decisiones.
Puede que, aunque no lo creamos, tengamos muchas virtudes.
Y puede, también, que nada de esto sea real. Que todo sea un juego. Un juego del que controlamos solo una parte y la otra es un misterio.
Somos unos locos, valientes y atrevidos que hacemos todo sin darnos cuenta de lo que conlleva, sin pensar en todas esas cosas que podrían salir mal.
Pero tenemos esperanza, fé, fuerza de voluntad.
Elegimos, nos equivocamos.
Nosotros llegaremos al final del laberinto.
Terminaremos esta carrera, porque fuimos valientes.
Somos valientes.

De mí para míWhere stories live. Discover now