8 - Así como la primavera

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El dulce aroma a café en el aire lo despertó, y pudo sentir en ese momento la tibieza del sol en su rostro. Entreabrió los ojos mientras disfrutaba de la paz y el silencio que lo rodeaban, y casi instintivamente giró la cabeza hacia la cama, y la vio vacía.

-Mierda!- farfulló.

Una descarga repentina de nerviosismo lo hizo levantarse de un salto y comenzó a buscarla. Después de entrar a tres cuartos, la encontró en una de las habitaciones que había sido improvisada como una cocina, y Daryl notó como se desplazaba despacio y con suavidad, mientras sus rosados labios tarareaban una melodía sin letra. Un pantalón chándal y una fina bata blanca de raso con el logo del hotel sobre el costado izquierdo eran todo su atuendo, y mientras los rayos de luz se colaban por los ventanales, pudo percibir como atravesaban aquella bata, delineando el contorno de sus redondeados pechos a través de la delicada tela.

Java levantó la mirada con honda satisfacción al verlo ingresar, y su rostro se iluminó con una sonrisa llena de sincera alegría. Daryl sintió un notable alivio en todo su cuerpo al verla mejor, unido a unas nuevas e inesperadas ansias de protegerla que se desataron dentro de él. ¿Por qué ella lo hacía sentir así? Apenas si la conocía, pero algo en su interior le reclamaba de manera imperiosa saber que estaba bien, algo le hacía sentir la urgencia de cuidarla. Necesitaba que ella lo necesitase.

-Por qué te has levantado? - su voz era casi un gruñido.

-Buenos días para ti también, Daryl- le contestó sin dejar de sonreírle. -Quería hacer algo como agradecimiento para ti, y decidí que un desayuno era una buena manera de hacerlo. Además quería tomar unos calmantes. - añadió al pasar.

Él asintió sin decir nada. Caminó hasta que estuvo al lado de ella, y con un simple gesto de su cabeza le indicó que se sentase. Ella lo miró entre sorprendida y risueña, y cuando estaba por abrir la boca para oponerse, él solo frunció los labios y el ceño. No había lugar para protestar.

La vio dirigirse hacia el pequeño juego de comedor alrededor del cual orbitaba el resto de mobiliario, el suave sonido de la tela al moverse acompañaba el movimiento naturalmente insinuante de su figura, para luego sentarse mientras tomaba un libro, mientras él seguía preparando el desayuno. Eran frutas, galletas y café. Al principio levantaba los ojos por breves instantes para verla, casi como un niño expectante que está deseoso de algo que acaba de descubrir, pero luego fue prolongando de manera inconciente esos instantes hasta que -Aggg! - exclamó. Se había hecho un corte con el cuchillo mientras rebanaba la fruta. Ella se acercó con inquietud, y con inusitada delicadeza le tomó la mano, Daryl no estaba acostumbrado a que alguien se preocupase y por reflejo quiso retirarla, pero ella le frunció el ceño tal como él le había hecho hacia unos momentos, y sin saber bien por qué, se relajó y simplemente dejó que revisase su herida.

-No es profundo- le dijo Java, y antes de que pudiese reaccionar siquiera, vio como ella se llevaba el dedo que sangraba levemente a su boca, y Daryl pudo sentir sus húmedos labios, la suavidad y la tibieza de su lengua sobre él. Verla en un gesto tan íntimo le resulto perturbadoramente erótico, y de inmediato sintió como todo su cuerpo reaccionaba al contacto de ella.

La deseaba.

Cerró los ojos, dejándose inundar por esas nuevas sensaciones que despertaban en él con ardoroso ímpetu, y pudo percibir su aroma, era el de un suave perfume a jazmines. Olía a primavera.

Después de un momento, ella retiró el dedo, y lo inspeccionó sonriente, la herida había dejado de sangrar. Él la tomó entonces con inseguridad y deseo del mentón, una parte de su mente temía que ella lo rechazase, entonces con extrema suavidad su pulgar recorrió el contorno de sus labios entreabiertos. Daryl vio como ella se relajaba con satisfacción ante su contacto, cerraba los ojos abandonándose a su caricia, mientras contenía la respiración expectante... y tenerla allí, entregada sin reservas a su roce resultó en una muy abrumadora cantidad de emociones que lo aturdieron, y soltándola, dio unos pasos hacia atrás, buscando recuperarse.

Java abrió entonces los ojos y vio cómo él se había apartado, y que miraba hacia el piso respirando con agitación, mientras se sostenía de uno de los muebles. Se sintió invadida por una súbita tristeza, realmente se había dejado llevar por el momento al sentir la delicadeza del contacto de su piel, y luego sin más verlo alejarse así la hizo sentir dolorosamente despreciada. No entendía por qué ese hombre la hacía ansiarlo de maneras que ni siquiera se imaginó que existían, ya que era un perfecto extraño en realidad, y sin embargo de alguna manera tan absurda como anhelante, confiaba en él, y su sola proximidad la hacía estremecer y desear más.

Java apretó los labios, sus mejillas se turbaron, y bajó la mirada avergonzada, mientras se giraba levemente para que no la viese así, con una voz un tanto cargada de dolor comenzó a distanciarse de él.

-Toma lo que desees, yo ya... no necesito nada más.- fue lo único que pudo articular, mientras se dirigía a la puerta.

Daryl apretó los puños y los dientes con dolorosa frustración, la intensidad de su roce, de su natural perfume seductor, verla tan receptiva a su caricia... aquel momento había sido demasiado íntimo, él jamás había tenido esa marea de sentimientos por ninguna mujer, pues no sólo quería estar dentro de ella, sentir su húmeda calidez, descubriendo y recorriendo cada centímetro de su piel, también ansiaba que sonriese al mirarlo, que compartiese su risa y su tristeza, sus pensamientos y todo lo que la conformaba, sólo con él.

"Daryl, puedes bajar la guardia, y disfrutar de algo sólo para ti." Pudo escuchar en su cabeza las palabras de Rick una vez más.

Sin poder ya contenerse, y con una creciente e incontenible nueva sed que se desplegaba en su interior, salió de allí con paso firme y pronto la halló, en su dormitorio, de pie, con su hombro apoyado contra el dosel de la cama. Java encontró entonces su mirada con la de él, quien vio una única lágrima que se abría paso a través de la rosada mejilla. Se acercó hasta ella ya sin atisbo de duda alguna dentro de sí mismo, y con gentileza le tomó el rostro con ambas manos, acercando su boca hasta los labios de ella, y con un susurro le dijo:

-Sólo para mi...- y la besó.

- y la besó

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Moneda de cambio [COMPLETA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt