•6: "Regalo de cumpleaños"

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-Mamá. ¡Quiero envolver esto!- El pequeño Viktor gritó por detrás de la mesa de caoba que reposaba en el centro de la amplia estancia, donde viktor disfrutaba hablando con el eco que rebotaba en las paredes.

Kiska apartó su mirada de las hojas sobre la mesa, y por sobre los lentes en la punta de sus ojos me miró con curiosidad. Yo levanté más en alto el objeto que tenía entre mis manos orgulloso.

-¿Que traes ahí?-Hice un mohín con mis labios y pensé que mi mamá era un poco bobita. Mi madre estiró su mano pálida y de inmediato capté su intención. Entre sus largos dedos dejé con cuidado mi gran tesoro.

-¡Es el regalo de cumpleaños de Yuuri!-Sonreí alegre a la par que admiraba la sortija de plástico que había conseguido en el fondo de una caja de cereales.

Mi madre sacudió sus pestañas y suavizó su mirada, atrajo mi cabeza por mi nuca y dejó caer sus labios colorados sobre mi frente. Me reí imaginando la inevitable marca que dejaría su lápiz labial en mi frente, pero no me aparté.

-Es una bonita sortija, tienes buen gusto. A Yuuri seguro va a encantarle.

Asentí emocionado y mi madre dejó caer un nuevo beso que fue recibido con gusto. Poco después, mi madre me acompañó hasta su alcoba para buscar una caja donde guardar el presente.

Mi madre se sentó en su tocador iluminado, y yo a los pies de la cama, observando su rostro de concentración.

-¿Para qué sirven las sortijas?

Mi madre se rió negando, y luego murmuró algo para sí misma.

-Les regalas sortijas a las personas que realmente te importan-Contestó simple con una sonrisa en su rostro.

-¿Papá te dió una?

-Asi es-Levantó su mano derecha y agitó su dedo anular, donde descansaba un bellísimo anillo dorado-, tu padre me la dió cuando pidió mi mano en matrimonio.

Ladeé mi cabeza un tanto confundido, ¿Mi papá a caso quería cortarle la mano a mamá o algo parecido?, supuse que tenía que ver con cosas de mamás y de papás, así que dejé zanjado el problema.

Mi madre no tardó en encontrar una caja azul aterciopelada, un tanto desgastada y cubierta de polvo. Mi madre la dejó entre mis manos y ella misma depositó el aro plástico azul.

Maravillado, me quedé observando la manera en que lucía el regalo de Yuuri. Lo tomé con seguridad y al volver a mi habitación escondí la pequeña caja entre mis zapatos, Yuuri odiaba ese lugar, dice que es muy oscuro, así que ahí estará a salvo de sus manos curiosas.

La mañana siguiente sería el cumpleaños de Yuuri, su cumpleaños número 5, próximamente cumpliría yo también, nada más ni nada menos que 10 años, ya era super mayor.

Yuuri crecía tan rápido, y yo igual. A veces creía que el tiempo no alcanzaría para formar todos los recuerdos que quería, y eso me angustiaba.

 A veces creía que el tiempo no alcanzaría para formar todos los recuerdos que quería, y eso me angustiaba

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