Capítulo 1

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Los chirridos sobre la duela comenzaba a cesar poco a poco, lo balones dejaban de botar uno tras otro y durante la hora que dura el entrenamiento simplemente me había quedado mirando al equipo saltar y encestar el balón desde la banca.

-Es tu turno renacuajo -Me dijo uno tipo con sorna mientras me arrojaba su toalla sudada a la cara.

Y los chicos que venían atrás comenzaban a reír mientras depositaban sus toallas en el sesto a mi lado.

Pero que mas podría hacer, era malo jugando y a alguien de mi tipo nunca suelen respetarlo.

Me quite la tolla de encima y la apreté con mis puños.

"Lo odiaba tanto..."

Mientras el gimnasio se vaciaba yo ya había cumplido con mi tarea de lavar las toallas que el equipo titular y el demás club usaban. Pero ya se estaba haciendo tarde, poca gente quedaba en la escuela y si no quería le oscureciera debía cambiarme rápido.

Me dirigí a los vestidores de hombres y en efecto, el lugar ya estaba vacio pero agradecí por ello, así no tendría que soportar las burlas de los otros por la complexión de mi cuerpo, era mas bajo que la mayoría y más delgado, era lógico que por ello no me vieran con respeto, nunca paraban de reírse de mi o de llamarme "mariquita"

Me coloque los pantalones de vestir y la camisa escolar pero de pronto comencé a sentirme extraño. Algo pasaba... Algo malo...

Saque la botella de agua de mi bolso para beberla rápidamente, la boca se me había secado y mi cuerpo comenzaba a acalorarse de una forma inusual.

-No... -susurré... -No ahora...

Pero una serie de espasmos me recorrió por completo. Guarde todo rápido para salir de una vez pero mis piernas flaquearon haciéndome caer. Me sujete de la banca para evitar que el golpe fuera mayor. Comencé a jadear, la sangre me hervía y mi cuerpo... Estaba caliente.

"¿Por que a mi?" me pregunte internamente una y otra vez... Si ya aborrecía lo que era, ahora mismo me odiaba. Sentía tanta ira hacia mi mismo, a lo que soy.

Dolía, dolía enormemente porque no sabia que hacer como actuar o que estaba pasando. Me recargue sobre la banca con las piernas flexionadas tratando de aguantar el calor horrible que me consumía.

Como si eso no fuese suficiente oí la puerta del vestidor abrirse. Mierda, no solo tendría que lidear con esto, ahora alguien me vería así de patético como si mi vida no fuese ya una completa burla.

-Oye, ¿estas bien? -Me preguntó con esa voz ronca mientras se inclinaba donde me encontraba tirado. -Estas... Tú... Eres un omega.

Escucharlo me dio náuseas, porque era un "elite" quien me había encontrado.

-Rápido tu medicina.

Ni siquiera podía moverme...

Trague saliva pero tampoco podía hablar. Me vio tan confundido como el que no tardó en darse cuenta.

-Acaso ¿es tu primer celo?

Bingo! Lo era, pero ya tenía en cuenta mi género, después de todo mi madre es un omega y todos mis rasgos son iguales a ella. No parecería tan frágil si no lo fuese. Pese a ello tenía la esperanza de equivocarme y nunca opte por medicarme.

Trate de levantarme para irme pero en definitiva hacer aquello era imposible, me estaba muriendo por dentro.

-Dejame ayudarte.

¿¡Que!? Pero que clase de loco lo haría. El seguro ni sabe que existía hasta este momento y pedirle hacer "ello" no cabía en mi cabeza.

Antes de que pudiera rebatir su petición sus manos ya se habían adentrado entre mis piernas. Trate de negarme pero el era mucho mas grande y fuerte, en mi estado forcejear era una acción imposible.

Defecto Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora