VI.- Distancia

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—¿Crees que algún día tenga novia?

—¡Sí! Eres muy guapo Alix.

—Humm... pero a las niñas no les gustaré porque soy ciego...

—Eso no importa, porque quien te quiera lo hará desde su corazón, así como tu mamá, ella te sigue amando y yo también te quiero mucho.

—¡Waaaaa! Algún día tendré novia y nos vamos a casar.

—Yo también me voy a buscar una novia y entonces será boda doble.

—¡Siiiiiiiiiii!

—¡Wiiiii!

En aquél entonces... ¿las palabras de Dave habían sido una ilusión?

¿El buscarse una novia, amarla y casarse con esa mujer había sido una promesa vacía?

¿O es que acaso no sabía lo que pasaría más adelante?

El enamorarse de mí, y aquél beso en la azotea, ¿habían sido algo planeado por el destino, para que yo ignorante a sus sentimientos, los pudiese sentir?

Dave no había venido a clases por una semana y Cárter había llegado dos días después con un justificante que decía que se encontraba enfermo, a veces podía sentir su mirada sobre mi espalda, como si quisiera decirme algo, Keisi también sabía que algo me pasaba pero no preguntaba nada, posiblemente esperaba a que yo le dijese, pero he allí el problema, yo no quería decirle, pues me sentía confundido y a la vez, asustado.

Me sentía culpable por no haberme dado cuenta de nada, de que Dave sufría, y de que me quería, no había notado nada.

¿De qué servía entonces? ¿Realmente necesitábamos la mirada para poder ver los sentimientos?

¿Yo por eso no me había dado cuenta de nada?

—Por el amor a mi culo, deja de pensar en tonterías y escucha la verdad.

Alguien me jaló del cuello de la camisa y tiró de mí, mi asiento cayó al suelo y todos guardaron silencio. Cárter no me dejó preguntar siquiera a dónde íbamos, me arrastró hasta un cuarto vacío y fue entonces que me soltó.

—Escucha, iré directo al grano —su voz era dura, como si estuviera cargada de ira y frustración—, si hay alguien que te puede amar con cada fragmento de su ser; ese es Dave. Si hay alguien que puede poner primero tu felicidad que la suya; ese es Dave. Si hay alguien que se la pasa llorando por las noches y por el día se dedica a mirar el techo, suspirando y llamándose a sí mismo idiota; ese es Dave. Y si hay alguien —se acercó a mí, su aliento olía a menta y tragué saliva—, que te ha amado por casi nueve años, que ha hecho hasta lo imposible por ti, y que sacrificó su felicidad, para que tú seas feliz; ese es Dave. Abre los ojos.

—¿Pa-para qué...?

—Abre los malditos ojos y mírame.

—No puedo...

—Mírame. Te lo estoy ordenando.

—Te dije que no puedo...

—¡MÍRAME POR UNA MIERDA!

—NO PUEDO —grité, desesperado, abriendo mis ojos y mirando a la nada, a una terrible oscuridad.

—Bien, ahora te diré una última cosa, Alix, Keisi no vale la pena, sí, es linda, pero a quien deberías amar no es a ella, dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y tú eres uno de esos, no ves lo que no te conviene, jamás viste los sentimientos de Dave y jamás podrás hacerlo. No podrás hacerlo porque nadie puede ver ni tocar los sentimientos, estos se sienten y se demuestran. Te has ofuscado tanto en ver lo que hay a tu alrededor, que no sentiste lo que Dave sentía por ti.

Los ojos de un ángelWhere stories live. Discover now