¿Cocinar?

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___ P.O.V.

Me levanté perezosa de la cama y bostecé. Hoy era un día especial. Me preparé como siempre, una falda resta negra ajustada y camisa blanca con algo de escote. Me recogí el pelo en una coleta alta y me maquillé poco. Siempre iba así. Adorné mis pies con mis tacones negros altos de unos 10 centímetros. Cogí mi móvil, mi desayuno y las llaves y salí de casa. Tomé un taxi para ir al trabajo, pues llegaba un poco tarde.

Pagué al conductor y me adentré en ese enorme edificio.

-          ___, buenos días – me dijo Margaret, la recepcionista.

-          Buenos días – sonreí.

Me dirigí hacia el ascensor y pulsé el número 56. Ese edificio era muy alto y con muchas plantas. Cuando el elevador paró al piso pedido, me bajé de él y entré al despacho. Sí, mi despacho, uno completamente grande y espacioso sólo para mí. Dejé las cosas donde siempre y me senté en la silla giratoria encendiendo el ordenador. Preparé mi material, lápices y utensilios de dibujo. Alguien me interrumpió llamando la puerta.

-          Buenos días, jefa. ¿Tengo que hacer algo?

-          Hola, Ricardo. Pues… sí. Ven y siéntate – pedí señalándole la silla delante de mí.

Obedeció y me miró impaciente.

-          Quiero que colorees este dibujo – giré la pantalla del ordenador para que lo viese.

Ricardo era un chico bastante joven y becario, como yo lo fui en Londres. Se le daba muy bien colorear. Sí, parece un poco absurdo otorgarle el trabajo de colereador, pero para un diseñador gráfico era imprescindible. A veces le pedía cosas de ese tipo cuando iba apresurada del tiempo de entrega y podía confiar en él. Normalmente, era mi ayudante, me preparaba el café o me llevaba el desayuno.

-          Está bien. ¿Cómo lo hago?

Le di las indicaciones suficientes y salió de mi despacho. Suspiré y bostecé. La noche anterior no dormí nada por culpa de Diana, que se la pasó llorando porque tenía pesadillas. Empecé a hacer mi trabajo y mi teléfono sonó. Lo cogí y sonreí al ver quién era.

-          Rubius – susurré feliz.

-          Hola, preciosa – contestó de vuelta - ¿Cómo has despertado?

-          Bien, un poco cansada. ¿Cómo ha entrado Diana en la guardería?

En la otra línea rieron.

-          Mejor que las otras veces. Se ha ido contenta, la verdad.

-          Me alegro – sonreí aunque no podía verme. – ¿Para qué llamabas?

-          ¿Comes sola hoy? – contestó con una pregunta.

-          Aún no lo sé, pero no puedo pedir, ¿por? – fruncí el ceño.

Hubo silencio y sólo se escuchaba su respiración.

-          Porque hoy he hecho la comida yo y quiero que la pruebes.

Me carcajeé por lo que dijo.

-          ¿Tú? ¿Cocinar? Prepara un antídoto por si me da algo – me mofé riendo.

-          Muyaya, ustéh’ me ofende musho’ – hizo como si llorara, por lo que reí mucho más – No, en serio, creo que me ha quedado decente.

-          Está bien, aquí a las 14h. No hagas tarde como siempre.

-          Vaaaaaaaale – alargó la vocal – Te amo.

-          Y yo a ti.

Colgamos. Mi sonrisa estaba presente en el rostro. Adoraba sus conversaciones así.

Esperé impaciente las horas que quedaban para verle, hasta que el reloj tocó la hora prevista. Apagué el ordenador y cogí mis cosas. Me dirigí a la parte de invitados, donde siempre nos reuníamos Rubén y yo. Pero, como era de esperar, no estaba. Su puntualidad era un fracaso, el único defecto que tenía. Unas manos taparon mis ojos y me estremecí. Pronto me dejaron ver con claridad.

-          Hoy he sido puntual – me susurraron al oído.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me abrazó por la cintura, apoyando su pecho en mi espalda.

-          Por primera vez, sí.

Se separó de mí y me cogió la mano. Fuimos hasta el comedor principal de la planta y nos sentamos en una mesa vacía.

-          A ver qué has hecho – le dijo burlona.

Rodó los ojos con una sonrisa y sacó una fiambrera de plástico.

-          Aquí tienes.

Me la acercó entregándome los cubiertos. Insegura, abrí la tapa. Me reí mucho. Era unos espaguetis con salsa boloñesa, algo muy sencillo. Cogí un poco y los probé. Hice una mueca de desagrado para asustarlo.

-          ¿No te gustan? – preguntó asustado.

-          No – negué – Me encantan – acabé.

Sonrió de oreja a oreja y se acercó a mí para besarme, pero cogí un poco de salsa con el dedo y se lo estampé en la nariz.

-          Durante la comida no se besa – le guiñé el ojo y él rió negando con la cabeza.

Terminé de comer y recogimos todos. Apenas eran las 15:30h, así que tenía media hora para estar con él. Fuimos hasta el patio interior que el edificio tenía, donde la gente iba a fumar. Normalmente, en esa hora no había nadie. Nos sentamos en un banco y apoyé mi cabeza en su hombro, mientras él acariciaba mi pelo rubio.

-          Rojiza – me llamó y le miré. Su vista estaba fija en el horizonte.

-          Dime.

-          ¿Te ha gustado de verdad o lo has dicho para quedar bien? – me observó.

Reí levemente y acaricié sus labios con mis dedos.

-          Me ha encantado, mi cocinero.

Sonrió y me miró los labios. Mordió su labio inferior. “Oh, dios, Rubén, no hagas eso”, me decía. Llevó su mano a mi mejilla y la masajeó. No aguanté más y juntamos los labios. Le quería demasiado. Él sonrió durante el beso, cosa que me le imité.

-          Te amo – dijo entre besos.

-          Te amo más.

Volví a recostar mi cabeza en su hombro y observamos la gente que había allí.

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Hi :) El primer One Shoot de Rubiza <3 Espero que os guste :3 De momento no subiré los capítulos que me habéis enviado, porque estoy pensando en un proyecto :D

¿Os ha gustado? ¡Rubius cocinando! Hahahaha

Pasaros por mis otras novelas ^^ (Country Girl y ¿Amor antisocial? Logan Lerman) 

Otra parte de nosotros... [Rojiza y Rubius One Shoots]Where stories live. Discover now