Segundo. #Diane y #Adam.

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#Diane.

¿Quién cojones se supone que a estas horas está tocando la guitarra eléctrica? LO VOY A MATAR.

He estado como veinte minutos revolviéndome entre las sábanas esperando a que el maldito vecino de arriba, acabe su sintonía, pero para mí mala suerte, va a pasarse la noche así. Lo tengo claro si cada noche va a hacer lo mismo.

Me levanto de la cama y me pongo mis zapatillas de conejitos. Me las regaló Angie este año. Se ve que las vio y le recordaron a mí. Aún sigo sin saber porque pero me gustan.

Voy a para la habitación donde Jared, duerme o más bien ronca, yo que sé. La cuestión es que parece un león con rugidos ahogados. Y precisamente, no es que ayude para dormir. Le voy a despertar. Primero, le doy unos ligeros toquecitos en la espalda, él ni se inmuta. Prácticamente, cómo sé que tiene el sueño pesado, le tapo la nariz. Veo que abre los ojos y me fulmina con la mirada, aún un poco dormida.

-¿Qué quieres a estas horas, Diane?-pregunta a regañadientes.

-¿Es que no lo oyes?

-¿A qué te refieres?-frunce el ceño.

Suspiro pesadamente, y me doy un ligero masaje en el puente de mi nariz, intentando que no suene brusco.

-¡El de allí arriba!-le digo señalando en el techo- ¡El de la puta guitarra eléctrica!-grito enfurecida.

Mi hermano parece estúpido, enserio. Es para pegarle y que se quede en el suelo mientras se retuerza.

-Ah, entonces era eso.-se gira para el otro lado de la cama sin darle nada de importancia-casi cada noche suena, ya te acostumbrarás, hermanita.

¿Qué casi cada noche suena? CASI CADA NOCHE. Jared está loco si cree que me voy a acostumbrar a tal cosa. Sinceramente, no es porque el vecino toque mal, pero si estás durmiendo, naturalmente, molesta. ¿NO?

Frunciendo el ceño y enfadada con mi alrededor, me dirijo hacia la cocina, cojo un vaso, lo lleno de agua y me lo bebo. Al poco rato de estar apoyada en el fregadero, pensando en cómo poder deshacerme de este ruido, ya se comienzan a asomar los grandes ronquidos de mi querido hermano. Algo que hace que aún me sienta más frustrada.

Está bien. Lo haré. Subiré allí arriba y le diré cuatro cosas.

Dejo el vaso vacío en el fregadero.

Me tapo con mi bata, miro a mis conejitos y decidida, cojo las llaves de Jared. Salgo por la puerta y llamo al ascensor.

#Adam.

Suena el timbre. ¿Quién llamará a estas horas? Seguramente, será algún vecino tocapelotas, de aquellos que sí se atreven a decirme que pare de tocar la guitarra. Hace tiempo que no se presenta ninguno.

Me dirijo a la puerta, porque John, sigue en su habitación, y como siempre tengo que ir a abrir yo.

Abro la puerta, acompañando con un bostezo de quizá, sueño.

Abro los ojos exageradamente. La persona que está al otro lado de la puerta, es una chica que no había visto en mi vida. No debe superar el metro sesenta, sin embargo tiene unas piernas quilométricas, que no sé de donde han salido, cosa que hace que no deje de mirarlas. Viste con un pijama de fresas, sí de fresas. Pero está terriblemente sexy con él. Y unas zapatillas de conejitos. Madre mía. Tiene unos ojazos increíblemente verdes y grandes. Es castaña, y el pelo le llega por el pecho. Tiene un cuerpo que aunque se oculte un poco bajo la bata, es de escándalo. En resumen, está buenísima.

-¿Puedes parar de tocar la guitarra eléctrica?-parece bastante enfadada.

Creo que me voy a divertir.

-¿Perdona?-le digo divertido y con una sonrisa de lado.

Suspira, lo que me hace pensar que no tiene mucha paciencia. Cruza los brazos bajo el pecho.

-Mira, chaval, me parece muy bien que te guste tocar la guitarra eléctrica. Me parece increíblemente bien. Pero, ¿no crees que hay otros momentos del día en que podrías tocarla? Hay gente que quiere dormir.

Tiene un mucho carácter. Cada vez me gusta más.

-La noche, es mi único momento libre para tocarla. Y si quieres dormir, duerme, no hay nadie que te lo impida, preciosa.

Parece que se está volviendo cada vez más roja, me gusta, ¿lo he dicho ya? Me encanta la forma que tiene de volver roja.  Además, creo que se ha quedado sin palabras y la estoy haciendo enfadar más.

-Simplemente, deja de tocarla, para que pueda dormir, ¿de acuerdo?-dice mientras se gira y llama al ascensor.

Dios mío, su culo.

-Me lo pensaré, preciosa-le guiño un ojo.

-No me llames preciosa-me fulmina con la mirada y abre la puerta del ascensor.

Cierro la puerta. Definitivamente, pienso tocar la guitarra eléctrica todas las noches.

#Diane.

Ese capullo. Pero, ¿qué se ha pensado? ¿Qué puede llamarme preciosa? ¿Qué puede mirarme de arriba abajo tan descaradamente? Está bien. Reconozco que yo también le he repasado, pero disimuladamente. Además, estaba muy bueno. ¿Qué estás diciendo Diane? Me estoy volviendo loca. Es un arrogante y maleducado.

Dejo las llaves donde anteriormente las había cogido y me vuelvo a mi habitación.

Estoy realmente cansada.

Cuando me quiero dar cuenta, el vecino de arriba, ya no toca la guitarra. Y sin mucho esfuerzo, me duermo.

Collins' secrets.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora