8. Iron Man

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—¿Está diciendo algo? —preguntó Fury por el comunicador del quinjet.

—Ni una palabra —respondió Natasha, sin quitar los ojos del cielo.

Desde hace veinte minutos que amarramos a Loki y lo subimos a la nave, sentándolo en uno de los asientos, con arnés y todo. Lo raro es que, para ser alguien con mucho que decir (como había demostrado en Alemania), estaba demasiado callado. De hecho, era como si ni siquiera estuviera enojado por haber sido capturado.

Decidí no perder mi tiempo en preguntarle otra vez dónde estaba Callisto, porque sabía que no revelaría su paradero. Necesitaba que al menos dijera algo para determinar si mentía, pero él dijo que Callisto le habló sobre mí y mis habilidades, así que no me diría ni una palabra.

Sólo tráiganlo —ordenó Fury—. No hay tiempo.

Intercambié una mirada rápida con Steve. Él tampoco parecía contento, pero no estaba segura de cuáles eran sus razones.

—Esto no me gusta —murmuró, volteándose para encararme, dándole la espalda a Loki y chocando el hombro con Tony, quien no dejaba de observar al dios con cara de pócar.

Asentí, entendiendo a lo que se refería. Me crucé de brazos, apoyando mi peso en una pierna y volteándome hacia él.

—¿Qué? ¿Que el profeta se rindiera tan fácil? —cuestionó Tony, sin tomar el asunto en serio.

—A mí no me pareció tan sencillo —contestó Steve—. Y no combatió con todo su poder.

—Tiene razón. Sólo me hirió a mí, y sabía que me curaría. Además, ni siquiera está molesto por estar aquí. No huelo su enojo. De hecho, no percibo nada —comenté. Tony me miró con una ceja arqueada, confundido—. Tengo buen olfato.

—Tu archivo de SHIELD estaba prácticamente en blanco, y decía que falleciste junto con los demás experimentos —mencionó, sospechoso—. ¿Qué eres? ¿Un sabueso con el poder de regenerarte?

Entrecerré los ojos, sin creerme que me hubiera dicho algo así. No me gustaba cuando se burlaban de mis habilidades.

—No, pero puedo oler tu desodorante Axe —contesté con una ceja arqueada—. Considera ponerte un poco menos.

Tony me señaló con el dedo, levantando sus cejas en asombro.

—En primer lugar, eso sí que no lo esperaba. Segundo, tenía prisa y era lo único que tenía a la mano —se defendió—. Eres bastante fuerte para ser tan joven... y tú muy hábil para ser tan viejo —puntualizó. Steve lo miró incrédulo cuando se refirió a él—. ¿Qué haces? ¿Pilates? Obviamente Gatúbela hace pilates. ¿Van a clases juntos?

En realidad, no hacía pilates. Hacía yoga. Me ayudaba a liberar mucha tensión. Pero no iba a decir eso. Además, empezaba a irritarme con sus bromas. No estaba acostumbrada a que se burlaran de mí. La única persona a la que le permitía cruzar todos mis límites era Bunny, y porque era una madre para mí.

—¿Qué? —contestó, sin entender de qué le hablaba.

—Es un ejercicio —explicó Tony—. Te perdiste algunas cosas... en tu tiempo como capipaleta.

—Fury nunca mencionó tu ayuda —dijo Steve, apretando la mandíbula.

—Sí, hay cosas que Fury no te dice.

Al menos concordaba en eso con Stark, pero no iba a admitirlo en voz alta.

Una larga serie de truenos y relámpagos iluminó el cielo y opacó el silencio de la nave, que se sacudió un poco por la turbulencia. Observamos el cielo, desconcertados por el cambio climático.

wolverine [rogers] squad of heroines ¹Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora