7. Dos extraños

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Tatia se encontraba a cuclillas frente al extraño, que seguía mirándola con confusión y cierto temor.

—¿Estás bien?—volvió a repetir. No le había llegado a contestar y Tatia tenía miedo de que quisiera alertar a alguien por haberla pillado ahí fuera. Sabía que no había sido precisamente una buena idea escabullirse sin permiso en mitad de la noche, pero la verdad e s que necesitaba ver el cielo abierto una vez para poder soportar aquel martirio. Lo que no había esperado era que hubiera alguien más allí arriba con ella. ¿No se suponía que tenían que estar todos durmiendo a esa hora? Y luego le preguntaban que por qué decía tener mala suerte.

El brazo extendido se le estaba comenzando a cansar cuando finalmente el extraño se decidió por tomarlo.
Con un poco de esfuerzo, tiró de él hasta encontrarse ambos de pie. Iba a decir algo pero al ver quien tenía delante las palabras se le quedaron atoradas en la garganta. Era un chico con un peinado extraño y ropas holgadas, pero estaba segura de que era el muchacho del que habían estado hablando Silver y Scood durante su discusión.

Ambos se quedaron mirándose durante unos segundos, hasta que finalmente el chico fue capaz de reaccionar.

—Sí, estoy bien. Gracias.—murmuró rápidamente mientras soltaba el agarre de su mano, el cual había mantenido hasta aquel momento.
Jim bajó la vista avergonzado haciendo con que sacudía el polvo inexistente de su chaqueta. No podía creerse que hubiera montado todo aquel numerito solo por alguien que había salido a dar una vuelta. Aunque en su defensa tendría que decir que se suponía que no debía haber nadie fuera a esas horas. Esto le recordó que entonces no había sido culpa suya, si no de aquel individuo.

Tatia le seguía observando de arriba a abajo cuando Morf prácticamente se abalanzó sobre ella, haciendo que se le cayese el sombrero que le cubría la cabeza y dejando al descubierto su rostro. Jim no se lo podía creer. Era una chica (o bueno, eso suponía por las facciones de su cara) de pelo corto y chaqueta grande y oscura.

—Hola a ti también Morf—rió ella. Este le respondió frotándose aun más contra su rostro—Para ya que me vas a desgastar —bromeó. En ese instante recordó que seguía teniendo al muchacho al lado, por lo que apartó a Morf para luego dirigirse a este.

—Eh chico— lo llamó haciendo un gesto con la cabeza — Siento haberte asustado. Ya me iba —alegó mientras comenzaba a caminar.

Jim la miró atónito. No sabía que lo cabreaba más, si que diera por hecho que lo había asustado(aunque era cierto) o que ahora pensase irse como si nada.
Ya había soportado suficiente ese día, no iba a permitirle irse de rositas.

—¿A donde crees que vas?— preguntó de forma brusca mientras se interponía en su camino.

—A saltar por la borda a ver si floto— respondió ella con sorna— Me voy a dormir para ser capaz de levantarme mañana— y dicho esto lo empujó a un lado para continuar su camino.

—Tu de aquí no te mueves— Jim agarró su brazo con fuerza— ¿Sabe tu superior que te dedicas a dar paseos nocturnos por la cubierta?

Había dado en el clavo. Lo notó en la cara de la chica, cuyo color palideció tres tonos por debajo del normal.

—¿Sabe el tuyo que te dedicas a dormir en los escalones en plena madrugada?— contraatacó ella.

Jim se sonrojó un poco. Fantástico. Aquella chica le había visto sobarse en las escaleras. A saber cuanto tiempo más le había estado observando.

— No intentes cambiar de tema— masculló el desviando levemente la mirada— Dime que hacías aquí o iré ahora mismo a avisar a Silver.

—Ya, claro—dijo Tatia con una sonrisa burlona en el rostro.

—Pues sí—replicó Jim algo molesto —Y de todas formas, ¿Qué haces aquí arriba en mitad de la noche? Se supone que está prohibido.

—Eso mismo podría decirte yo—respondió ella, consciente de que la habían pillado.

—Yo pregunté primero—volvió a insistir Jim—Y para que lo sepas—dijo bastante irritado—Yo estoy aquí porque Silver me dejó fregando la cubierta.

Tatia soltó un gruñido y se apoyó sobre la baranda. Dudaba mucho que a Silver le importara si cumplía su horario o no, pero estaba bastante segura de que a la capitana no le haría mucha gracia, y si empezaba con mal pie no le permitirían cambiar su puesto.

Paseó la mirada por el horizonte para luego posarla de nuevo sobre el chico.

—Solo había salido a tomar el aire— suspiró cansada, le iba tocar tragarse su orgullo— De verdad que no era mi intención molestarte, lo siento.

El súbito cambio en la voz de la chica tomó desprevenido a Jim. La estudió un poco más detenidamente.  No debía tener muchos más años que él. Respiró hondo e intentó calmarse el también

—Esta bien—dijo poco convencido — Pero la próxima vez que pretendas hacer una incursión nocturna, ahorrate la parte del susto a terceros.

La chica rió.

— La próxima vez- dijo con una sonrisa sardónica- no te acojones por un ruido en los mástiles. ¿Qué pensabas que era?¿Piratas?— inquirió ella con cierta burla.

—Claro que no—mintió él. Su opinión hacia la chica no mejoraba. No le gustaba que se rieran de él, en su colegio había partido varios dientes por eso mismo — Y no me has contestado ¿qué hacías subida al mástil? Se puede tomar el aire igual de bien desde cubierta, y probablemente nos habríamos ahorrado la discusión.

—Es posible— rió ella— Pero desde allí arriba las vistas son mucho mejores, y es más difícil que alguien te moleste—echándole tras esto último una mirada de soslayo.

Jim apretó los puños. ¿Qué el le había molestado a ella?¿Pero de que iba esa tía? Iba a responderle algún comentario mordaz, pero Morf revoloteó alrededor de ellos y se posó en su cara, impidiéndole hablar momentáneamente. La chica elevó la vista para fijarse en la posición de las estrellas. Debían de quedar unas tres horas para que amaneciera.

—Me tengo que ir si quiero dormir algo— dijo finalmente—Ya nos veremos, si no mueres en lo que queda de noche por una apoplegía—se burló mientras se dirigía a la escalera —Buenas noches.

—Eh, ¿como que si no...?—comenzó Jim, pero la chica ya había desaparecido bajo las escalera, dejandole con la palabra en la boca.
Gruñó de frustración, tirándose del pelo, y se dejó caer sobre la barandilla. Con Morf imitandole el gesto.

—¿Pero que se habrá...?  La muy...—gruñó de nuevo, girándose hacia su amigo— ¿Qué mierdas es una apoplegía?

No se por qué, pero me salió del alma que al principio se llevasen mal.
Eso sí, ya se han conocido, ahora empieza la aventura de verdad.
Comentad que os ha parecido, que cosas cambiaríais o como habríais hecho que se conocieran.

Hasta la próxima ; p

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