Primer capítulo: Una mudanza desagradable

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Comenzar una historia siempre es difícil. Hay tantos puntos de entrada, tantas horas del día, tantos puntos de vista... y, sobre todo, cuando se trata de una vida como la mía, llena de tantos giros y vueltas que podrían volver loco al más cuerdo.

Solía pensar que mi vida sería "normal": familia, amigos, estudios, y luego conocer a alguien especial, casarme y tener hijos. Una vida que termina con un "era una gran persona" y tus hijos llevando rosas a tu tumba. Pero esa no es la historia que me tocó vivir. Mi vida ha sido como un juego de ajedrez en el que los dioses omniscientes mueven las piezas y se ríen de cada uno de mis movimientos. Nada ha salido como esperaba, ni se cumplirá como soñé.

Mis padres acaban de divorciarse porque mi padre engañó a mi madre con una mujer diez años más joven. Yo soy una marginada social sin amigos, y, como resultado de la batalla judicial, tengo que vivir con mi padre, quien ahora me resulta un completo extraño. No hay un "alguien especial" en mi vida, y francamente, me siento como el cliché del adolescente con mala suerte.

Mi madre, derrotada por el divorcio, me llama desde abajo. El tono de su voz es apagado y triste. "Alexia, tu padre te espera en la puerta", me dice. Sé que el cambio no le hará bien, pero el sistema judicial decidió que él ganara la custodia.

—Mamá, no quiero irme con él. Por favor —repito por enésima vez, pero de nada sirve.

Ella baja mis maletas por las escaleras, y yo me quedo un momento más en mi habitación, mirándolo todo como si fuera la última vez. Es que, de hecho, lo es. Los muebles están vacíos de mis cosas, las paredes que antes tenían fotos ahora son blancas y frías, como extrañas. El suelo de parquet brilla en ausencia de cualquier alfombra o ropa tirada. Ojalá pudiera detener el tiempo y quedarme aquí para siempre, pero sé que eso no es posible. Me esperan abajo.

—Vamos, Alexia, tengo prisa —dice mi padre, pero su voz ya no suena ni familiar ni cariñosa. Suena áspera y molesta.

¿Cómo pasó de ser el hombre a quien más idolatraba a ser alguien que apenas reconozco? Verlo con esa mujer destruyó cualquier esperanza de inocencia. No la culpo a ella, pero mi padre sabía lo que estaba haciendo y el daño que causaría. ¿Por qué, papá? ¿Acaso mamá y yo significábamos tan poco para ti?

Mi madre me abraza con lágrimas en los ojos, susurrando un "todo va a estar bien" que ambas sabemos que no es cierto. Solo es un intento débil de aferrarse a la esperanza.

Me despido con un abrazo fuerte y entro en el coche de mi padre, pero para mí ya no es el hombre que me enseñó a andar en bicicleta o a tocar el piano. El coche arranca, y mientras me dirijo hacia una ciudad nueva, miro por la ventana, viendo cómo dejamos atrás la ciudad y los árboles se vuelven protagonistas del paisaje. El cielo está nublado, pero entre las nubes, asoma un poco de azul. El viaje es incómodo, el ambiente en el coche es frío, y el silencio solo se rompe por la música de Tokio Hotel en la radio.

Pronto me siento asfixiada por una mezcla de tristeza y enojo. Me aferro al reposacabezas y cierro los ojos, tratando de bloquear el dolor y el resentimiento. Mis pensamientos son un torbellino de recuerdos y emociones, pero finalmente, el cansancio me vence y me duermo.

Cuando despierto, mi padre me llama con voz suave. No quiero abrir los ojos, pero lo hago, y me encuentro con su cara. Mis peores pesadillas se vuelven realidad. Salimos del coche y el frío me golpea de inmediato. A mi alrededor, la nieve se derrite lentamente, y el suelo resbala, haciendo que caminar sea un deporte de riesgo. Me siento pequeña, insignificante, sin un lugar al que llamar hogar.

"Bienvenida a tu nuevo hogar", dice mi padre, señalando una gran casa con paredes blancas y ventanales enormes.

Tomo mis maletas y entro en el lugar que ahora debería llamar hogar, pero para mí, no lo es. La casa es grande y cálida gracias a la chimenea, pero ese calor no llega a mi corazón. Me siento más sola que nunca.

Malditas: La Historia de Alexia (Acabado)Where stories live. Discover now