treinta y cinco.

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Miranda POV

El día que rompieron el corazón de mi amigo, no estuve en la escuela. Aquel día había amanecido con unos cólicos infernales que no me permitía hacer algo tan simple como caminar pero cuando contesté la llamada de Leonardo el enojo le ganó al malestar.

Al día siguiente fui a la escuela con un solo objetivo, olvidé llevar mi bolso incluso, y cuando vi al motivo de mi rabia no tardé ni un segundo en estar frente a él y plantarle una fuerte cachetada que resonó por todo el pasillo.

—Hijo de puta —le dije esperando a que su cuello se acomodara y me responda algo. Solo quería una excusa para agarrarlo a taconazos.

Apolo me observó de reojo y se pasó la lengua por el labio inferior ya que le había roto el labio, con una de mis uñas tal vez, a la hora de mi golpe.

—Sí que tienes mano dura —murmuró.

—¿Cómo pudiste hacerle eso a Leo? ¿Qué tan mal de la cabeza debes estar...? —No pude decir ni una palabra más ya que el bastardo prácticamente me arrastró hacia las escaleras —¡¿Quieres pelear?!

—Ayúdame.

Lo quise mandar al carajo apenas oí eso pero su expresión me hizo dudar. Gracias a la luz que entraba desde ese ángulo, pude verlo mejor: Ojos hinchados y rojos, su nariz y mejillas tenian un leve color carmesí e incluso creo que olía mal...o era yo, no podía saberlo en ese momento.

—¿Una apuesta, Apolo? ¿En serio? ¿Puedes ser más básico?

Abrió la boca para decir algo pero en vez de eso sus ojos se llenaron de lágrimas y me sorprendió aún más con un abrazo.

—Le hice daño, Miranda.

Lo tomé de los hombros para apartarlo y traté con todas mis fuerzas de negarle mi ayuda pero se veía demasiado dolido como para aparentar. Tampoco creía que tuviera otra razón para estar así, ¿qué tan lejos llegaría una persona para hacerle daño a otra? Además, Apolo podía ser muchas cosas pero nunca lo he visto u oído insultar a Leonardo en lo que llevaba aquí, era igual que yo, simplemente ignorábamos lo que sucedía pero ese chico aún sabiendo eso nos aceptó como amigos.

—No lo merecemos —susurré. Toda la adrenalina que estaba sintiendo hace instantes había desaparecido y ahora solo sentía mucha pena por Leonardo —Y menos tú.

—Solo fue una estúpida apuesta.

Negué con la cabeza —No, Apolo, no fue así. Puede que para ti solo sea un error que sí puede ser perdonado pero no te has puesto en los zapatos de Leonardo. Estoy segura que jamás te has sentido inseguro en tu vida, ningún rechazo...nadie te ha hecho sentir insignificante —Apreté los puños porque estaba volviendo a sentir el enojo al pensar en mi amigo —Pero Leonardo ha sufrido eso y más, y si no fuera poco, el chico que le gustaba lo usó para humillarlo.

—No quise...

—¡Te apuesto a que no sales con aquella persona! Es muy horrible así que debería ser un reto para ti, un castigo, pero si lo haces ganarás dinero —Di un par de aplausos, fingiendo entusiasmo —¡No puede ser, Apolo Foxconn se atrevió a hacerlo!

—Ya entendí, ya entendí —murmuró con hastío.

Volví a negar, me crucé de brazos y esperé una explicación de su parte porque realmente no lograba entenderlo —¿Por qué le hiciste eso?

—Por una excusa, Miranda. Traté de buscar una excusa para seguir hablando con él, lo había defendido de unos imbéciles que lo golpeaban y mis amigos...ni siquiera son eso, pero ellos empezaron a hablar sobre lo que hice y sobre Leonardo y entré en pánico y les dije sobre una apuesta para que dejaran el tema y de paso tendría una excusa para estar con él sin... —Guardó silencio al ver mi cara llena de decepción, entonces bajó la cabeza —Ya lo sé.

—Eres un imbécil.

Él no respondió nada. Quise decirle algo más pero su comportamiento me parecía demasiado extraño, conocía un poco a Apolo, era de nuestro círculo social y tenía amigas que hablaban sobre él. Siempre lo describían como un tipo que solo quería pasar el rato, que no estaba muy interesado en algo serio y que tenía un ego enorme pero se lo pasaban por ser atractivo. Una descripción muy superficial pero al fin y al cabo era la única fachada que nos había mostrado.

Hasta ese día. Tenía en frente a un Apolo vulnerable, melancólico y desesperado, jamás creí verlo en ese estado, no creía que su ego le permitía mostrarse débil pero ahí estaba, rogando por ayuda.

—¿Estás enamorado de él?

Mi pregunta lo hizo ruborizarse pero aún así respondió fuerte y claro: —Lo estoy.

—Júrame que estás diciendo la verdad —le pedí y él asintió repetidas veces —Lo quiero oír.

—Te lo juro, Miranda —sus cejas se fruncieron —Tienes que ayudarme, por favor.

Suspiré mientras negaba con la cabeza —Va a estar difícil.

—Haré lo que sea.

No podía prometer nada, y en serio quería ayudar a que ambos puedan solucionar sus problemas pero lo veía imposible. Aún así le ofrecí mi mano a Apolo como muestra de apoyo, le sonreí y su rostro se iluminó con un rayito de esperanza.

Porque eso era lo único que teníamos, esperanza.









Los amo con todo mi hert 🌺

Cayendo Por Ti.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن