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—Conseguí un buen trabajo este mes —dijo Julio caminando hacia atrás mientras vigilaba a Tom en el andador.

Ellos llevaban exactamente un año desde el primer acercamiento de Julio, metidos en una relación bastante ambigua.

El chico se la pasaba molestándole, acercándose de manera coqueta, invitándolo a salir y diciéndole cosas comprometedoras, pero nunca se habían besado ni ido más allá de insinuaciones. Tom estaba seguro de que Julio solamente jugaba con él (al menos el sesenta por ciento de las veces esa seguridad no flaqueaba), siempre que quería algo de Tom se le acercaba y le prometía una cita e insinuaba que podrían terminar enrollándose, pero al final no pasaba nada.

A pesar de que conocía sus trucos, Tom seguía cayendo en ello.

—¿A sí? —cuestionó tratando de concentrarse en sus pasos. La recuperación estaba siendo terriblemente lenta, sin embargo, a pesar de las pocas esperanzas de los médicos Tom ya podía caminar pequeños tramos antes de terminar exhausto y si se quedaba parado podía aguantar aún más.

Estaba seguro que pronto podría andar de nuevo.

—Si—dijo—. Estoy pagando impuestos y mi paga es mejor de lo que esperaba —comentó.

—¿Se gana dinero como veterinario?—preguntó deteniéndose un momento antes de continuar andando.

—¡Claro! En la clínica donde estoy ahora me pagan lo mismo que me daban en mi antiguo trabajo por despulgar a un perro, hay muchas urracas con dinero por ahí —aclaró sonriendo.

—Vaaaya —Tom no le estaba prestando mucha atención porque era realmente difícil andar y ya estaba por alcanzar su límite.

—De todas formas —continuó hablando—. Si consigo ser un trabajador regular y todo sale como lo planeado, el próximo año te pido matrimonio.

A Tom se le resbalaron las manos de la impresión y terminó yéndose de espaldas hasta quedar tirado en el suelo. Por culpa de la manera en que se resbaló, apenas y pudo meter las manos así que pegó un grito llamando la atención de las demás personas en la clínica.

Julio levantó una ceja antes de inclinarse hacia él.

—Si no tienes cuidado, te vas a lastimar —Y luego le extendió la mano para ayudarle a levantarse.

Sacudiendo la cabeza, Tom trato de incorporarse solo, lográndolo a duras penas.

—Eres un idiota —gruñó—. Déjate de bromas ¿Si?

—¿Bromas? —Preguntó tomándole de la cintura—. Pero si estoy hablando en serio, si consigo algo de estabilidad pronto voy a pedirte matrimonio, así que ya puedes ir pensando desde ahorita tu respuesta.

Una vez más Tom casi se va de espaldas, aunque esta vez ganó contra la gravedad porque Julio lo estaba sosteniendo.

—Estás loco —le dijo avergonzado, para después afirmarse e intentar llegar a su silla de ruedas, una vez en ella se apresuró a la salida, poco dispuesto a tratar con las locuras del muchacho. Tom podía aguantar comentarios a un nivel de estupidez regular, pero, aquello ya era pasarse.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora