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-Kinshiro, necesitamos hablar ahora mismo.

La poca seriedad con la que dijo esas palabras fue suficiente como para darse cuenta que el muchacho frente a él se estaba esforzando, no sabía si era correcto o no pero decidió escucharlo.

-¿Y? ¿Qué es lo que quieres?

Yumoto tardo en responder ya que sinceramente no esperaba una respuesta de su parte, aún así continuó.

-Pues... Resulta que estoy castigado por toda esta semana y tengo que ayudar en algún club... Y me preguntaba si podía ayudarte con algo...

La cara del rubio se había tornado un poco roja al ver la expresión de desconcierto presente en el contrario quien sólo suspiró en respuesta. Era verdad que con todo eso del festival escolar y su bajo desempeño se había acumulado una considerable cantidad de trabajo... Con esa excusa en mente llegó a la conclusión de que su ayuda podía ser beneficiosa por lo que, sin darle tantas vueltas al asunto, decidió aceptarlo.

Inmensa fue la alegría del menor cuando escucho aquel "si" siendo pronunciados por los labios del contrario. Si bien era cierto lo del castigo, él solo lo utilizó como una pequeña excusa para acercarse un poco más al de cabello plateado y cumplir su deber en el progreso.

Yumoto permaneció con una gran sonrisa moviéndose de un lado a otro revisando el salón del consejo estudiantil en búsqueda de alguna pista sobre la labor de Kinshiro y, si tenía más suerte, de los intereses del mismo.

El mayor prefirió ignorar las acciones del estudiante de primero y se centró en terminar de llenar y firmar las diversas peticiones que le llegaban. De vez en cuando, a causa del ruido que provocaba el contrario, debía levantar la cabeza para asegurarse de que todo estuviera en orden y, cuando no encontraba ninguna novedad, volvía a su posición original. De pronto sintió el ruido de algo caerse y se sorprendió al ver el libro que había guardado en el estante más alto del librero tirado en el suelo abierto en una página un tanto comprometedora; éste era un viejo anuario de primer año que tenía, en su interior, una foto aún más vieja de un chico de cabellera azul y unos lentes rojos sonriendo al lado de un peliplateado con ojos de un suave tono verdoso quien solo tenía el rostro levemente sonrojado mientras imitaba el gesto del contrario. No había que ser un genio para darse cuenta quienes eran los integrantes de aquella fotografía y por supuesto, aunque lo disimuló muy bien, Yumoto no fue la excepción pero al notar la cara de vergüenza y aflicción del contrario prefirió no hacer ningún comentario y guardó el libro rápidamente en su lugar con ayuda de una silla.

Kusatsu suspiró aliviado al darse cuenta de lo lento que podía ser el menor y le devolvió una mirada seria.

-¿Qué se supone que crees que estas haciendo? ¿acaso no venías a ayudar?

El de ojos carmesí solo inclinó su cabeza pidiendo perdón por el desorden causado y comentando que lo mejor sería retirarse por el día de hoy. Luego de esto se fue rápidamente del lugar sin esperar una respuesta para dirigirse a otro sitio que le conocía muy bien.

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Un animado y algo tembloroso estudiante de primer año caminaba rumbo al onsen que le pertenecía a su familia donde, como sospechaba, se encontrarían los cuatro miembros restantes del club de defensa de la Tierra. Saludó a su hermano a penas entró, caso parecido a lo que sucedió después con Io y Ryuu quienes ya se estaban retirando, y fue en busca de un amigo en especifico: Atsushi Kinugawa.

Al ingresar a los baños se encuentra con sus amigos En y Atsushi en una pose un poco incómoda -en su opinión- preguntándose cual era el punto de que el castaño claro abrasara por la cintura a su compañero mientras estos estaban de frente el uno al otro.

-¿Qué están haciendo? - la curiosidad le ganó y terminó formulando la pregunta en voz alta.

El peliazul se noto un poco tenso y nervioso al escuchar aquella interrogación y se separó un poco de su acompañante para verle con el rostro sonrojado y con el de ojos azules mostrando una pequeña sonrisa de satisfacción.

-N-nada, no estábamos haciendo nada - respondió el de lentes- ¿pasó algo? -le preguntó al ver un poco de nervios en su rostro.

-Tu conoces a Kinshiro desde la infancia ¿verdad? - el otro asintió -Entonces... ¿Podrías contarme como era antes?

A Atsushi le desconcertó la pregunta y la forma tan directa en la que se refirió a su amigo pero luego recordó que antes había comentado de su preocupación por alguien por lo que ahora muchas cosas tenían sentido.

-Bueno... -le comenzó a relatar con naturalidad - él no acostumbraba a ser una persona muy sociable y a veces llegaba a ser muy tímido pero era alegre y soñador, incluso tenía una gran imaginación aunque eran muy pocas las personas que conocían ese lado de él.

El menor de los Hakone hizo una reverencia en señal de agradecimiento por la información y se fue a pensar en una forma de acercarse para ayudar al presidente del consejo. Se mantuvo unos minutos 'meditando' sin llegar a nada hasta que recordó algunas de las muchas acciones y palabras que intercambiaban sus amigos; en ese momento llegó a una conclusión que le pareció totalmente correcta: la gente, mientras más cercana es, más cerca deben estar el uno del otro ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Era obvio si miraba a sus amigos, todos ellos se llevaban bien y siempre estaban juntos -o al menos más del 90% de las veces- por lo que decidió probar este método para acortar la distancia entre él y su nuevo amigo.

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Cierto estudiante de tercero ya estaba aburrido del papeleo por una que otra razón pero la que más resaltaba en su mente era nuevamente a causa de un molesto muchacho ¿Qué fue esa escena? Si, estaba seguro de que si él se marchaba podía trabajar como siempre pero simplemente aún habían varias cosas que no entendía respecto a su actitud y eso, de alguna manera, le irritaba o más bien... ¿intrigaba?

Ya rendido por completo al cansancio y el aburrimiento se fue de su lugar de trabajo con la esperanza de descansar y prepararse para el nuevo día.

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A la mañana siguiente se escucharon los fuertes pasos de un apurado joven de cabello rubio quien salia de su hogar esperando llegar temprano a su escuela para encontrarse con aquel muchacho de ojos esmeralda para poner en práctica su plan desde temprano. Su suerte no pudo ser mayor cuando, al estar a unos pocos metros de la entrada, divisó a su objetivo con un rostro serio como de costumbre con la única excepción del las pequeñas ojeras que formaban parte de su expresión.

Yumoto corrió en su dirección dando un leve brinco hasta quedar con los brazos alrededor del cuello del contrario simulando un enérgico abrazo mientras este último intentaba quitárselo de encima. El timbre sonó dando a entender el inicio de clases por lo que fue una gran oportunidad para deshacerse del muchacho e irse a su clase correspondiente.

Situaciones similares ocurrieron durante todo el periodo escolar donde el menor se encargaba de hacer todo el contacto físico posible con el peliplata logrando que Kinshiro buscara evadirlo a toda costa -cosa que casi logra- de no ser por el minúsculo detalle de que, a partir de esa semana, el rubio sería miembro temporal del consejo estudiantil.

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Y aquí termina el capítulo más largo que he escrito hasta ahora ¡1255! palabras! Creo que eso merece un premio... O no.

En unos días subiré el otro capítulo dependiendo que tan difíciles sean mis exámenes.

Nos ¿vemos? pronto -espero-. Bye~~

Medicina para un corazón rotoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang