Mírate, un hombre joven, en la flor de la vida. Hay detrás de ti problemas que te persiguen y de los que no te puedes escapar. Vas corriendo tras un futuro incierto con la idea de que con ello dejarás todas esas ataduras y podrás vivir sin ese peso en el pecho.
Adelante, ve , ve allí donde te lleve el viento. Lejos de todo esto, lejos quizá de un futuro idílico. Acércate, sigue asomándote a esa posibilidad desesperada de falsa libertad. Grítate que sí puedes, que vales para eso, para seguir adelante por mucho que al mundo le parezca un absurdo.
Yo te apoyo a deshacerte de toda la responsabilidad, de que te liberes de tus fantasmas. Yo siempre te voy a esperar, lo sabes de sobra. Estaré aquí, donde todos tus problemas y fantasmas están, rezando, gritando a los cuatro vientos para que me escuche otro ángel protector y tenga la valentía de cuidarte, a ti, alma salvaje ; que tenga el valor de ponerse, cuando yo no pueda hacerlo, delante de una bala por ti.
Te quiero vivo, vivo y corriendo como yo siempre te veía en los jardines del parque que frecuentábamos cuando todo iba bien y aún no nos conocíamos como lo hacemos ahora. Quiero verte de nuevo, pase lo que pase.
Y te digo esto, porque sé que ya has tomado un rumbo, sé que de nada vale ya gritar, gritar al cielo porque te guie. Ya es tarde y solo otro ángel podría salvarte, porque, el que intentó salvarte falló y ahora solo le queda esperar a que le cambien el turno.
