22. Encanto desvanecido y... ¿nueva presa?

3.6K 334 120
                                    

Los días transcurridos se habían sentido como una completa eternidad.

Había pasado apenas una semana y media desde su salida del hospital e Isaac lo sentía incluso peor que cuando estaba allá.

Era aburrido.

Y a quien más anhelaba ver en su habitación no se había atrevido siquiera a poner un pie dentro.
Cada vez que la puerta se abría de imprevisto o que escuchaba que tocaban, una inmensa ilusión lo invadía, pensando que de quien se trataba fuese nada más y nada menos que Gabriela.

No fue así.

Y por primera vez añoró tanto que se hiciera presente, que irrumpiera en su habitación, que invadiera su espacio personal. Pero nunca se dignó a hacerlo.

Pensó que qué demonios había pasado.

¿Por qué no quería verlo?

¿De verdad no le importaba?

¿Solamente visitaba el hospital con el único propósito de mantenerlo al tanto de lo visto en clase y las tareas?

Se negaba a reconocerlo.

Aunque, bueno, de lo que sí había que estar seguros era de una cosa, y esa era que Gabriela estaba muy ensimismada con cierto chico de cabello cobrizo, con orbes de una excepcional tonalidad azul y una personalidad que la anonadaba cada vez más.

No había hombre que deseara más en el mundo que no fuese Sam; incluso se había sentido mal por haberse involucrado con Grayson y hasta con Isaac. Se preguntó en qué demonios había estado pensando y la razón por la que había estado tan desesperada por intimar con otros hombres.
Sam le había estado mostrando la otra cara, y una tan diferente. Una tan poco conocida. Una que le fascinaba.

Sam era... un hombre amable, divertido, delicado. Se parecía mucho a Isaac, solo que Sam no era tímido en absoluto. Por supuesto que había situaciones que lo ponían tenso, pero comparado con Isaac, la diferencia era abismal.

Sam tenía todo eso que la atraía como un imán, que la atrapaba con una fuerza sorprendente. Le asombraba tanto cómo una simple persona podía provocarle tantas cosas, tantas sensaciones, un sin fin de mariposas revoloteando ansiosas dentro de su estómago.

Hacía ya tantos años que no se sentía así, que hasta había olvidado qué se sentía tener un montón de animalejos revoloteando en su interior, qué se sentía agarrarse de las manos; darse un beso, y uno que le dejase con un disfrute envidiable, con esa preciosa sensación de satisfacción inmensurable.

Sam le traía recuerdos, así como Isaac.

Ambos tenían tanto en común con aquel muchacho que cada que se involucraba con ellos, siempre, sin excepciones, al menos un recuerdo, una palabra, venía a su mente y le taladraba con fuerza.
Los recuerdos que Sam le hacía revivir eran lindos, tiernos, dulces; pero los que Isaac le hacía experimentar dolían... siempre dolían y eso no le gustaba, le enfadaba.

Se había propuesto mantener distancia con Isaac, y no solo porque estaba interesada en Sam y se sentía totalmente incapacitada para ponerle los ojos encima a otro hombre, sino porque en sus muy osadas y poco congruentes ideas, ella quería borrar todo como por arte de magia y pretender que ambos tenían una relación como simples "hermanos".

ELIJAH © (Parte I y II)Onde histórias criam vida. Descubra agora