Ya estaba decidido.
Sonrió forzadamente.
Estaba renunciando al ser que mas amaba.
"Jamas te rindas... Y menos cuando se trata del amor de tu vida" le había dicho en algún punto de la vida su madre.
Pero es que ya no podía seguir.
Estaba cansado de luchar día a día para conseguir el amor de aquel niño tan maravilloso.
Tenia que dejarlo ir, dejarlo libre.
Tenia que comprender que aquel chico no deseaba caer nuevamente en las redes del amor.
Tendría que dejar volar al ángel que creía suyo, curar las alas que una vez rompio y dejarlo en paz.
Dejarlo marchar.
Dejarlo vivir sin la emocionante tortura del amor.
Dejarlo ser feliz.
Pero era... Tan difícil dejarlo marchar.
"Vuelve" deseaba pedirle, su corazón gritaba aquella palabra.
Pero sabia que, si su ángel se quedaba, jamas seria feliz.
Volvería a sonreír falsamente.
Volvería a aparentar felicidad. Pero, en sus ojos, siempre se leería lo deseoso que estaba por su libertad.
Como un esclavo.
Como un prisionero rogando por libertad.
Cual convicto.
Como un alma esperando la muerte para liberarse del cuerpo que la ataba a la vida.
Tenia que dejarlo libre.
En paz.
Libre de las cadenas del amor.
Y así fue, como su pequeño ángel voló, libre de las garras del infierno.
Libre de las cadenas del amor.
No copias, ni adaptaciones, ni nada!
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