Capítulo 2

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Hola! ^-^, aquí os traigo el nuevo capi de la historia. Disfrutad :D!

Para cuando desperté la radio ya estaba apagada. Mi madre conducía mirando todo el tiempo la carretera, pero me miró de reojo cuando vio como me desperezaba. El camino a casa de la abuela era largo (de unas dos horas en coche), y prefería dormir a que me diera uno de mis mareos.

Bajé la ventanilla y deje que el viento me espabilara un poco.

- Sube un poco esa ventanilla, ¡me estás despeinando y no veo lo que tengo delante!

Hice caso a la quejica de mi madre y deje solo una fina abertura entre el techo del coche y el cristal.

- ¿Cuánto falta para llegar?

- Oh, no mucho, en unos diez minutos estaremos en la costa. Luego solo hay que llegar hasta la casa de la abuela cruzando las islas. Eso serán otros pocos minutos.

- Ajam.

Mi abuela no era la típica que vivía en una casita en el campo o en un pueblo perdido. Pero sí que vivía en un sitio perdido: en una isla nada más y nada menos.

En la costa oeste de la península, se situaban tres islas llamadas “Las Islas Hiladas”. Este nombre tenía su origen, en el hecho de que las islas estaban situadas formando una hilera perfectamente alineada. Las tres estaban unidas por puentes, pero la isla más cercana a la península, la isla principal, estaba unida por una gran franja de tierra a la costa peninsular, no por un puente. Esta primera isla era conocida como “Isla Lilium”.

Cabe destacar que todas las islas tenían nombres de flores que una vez tuvieron en su terreno, pero que poco a poco han ido desapareciendo más y más. Lilium contenía la actividad más importante del sector servicio de entre las tres. En ella se situaba mucha de la población  de las Hiladas.

La segunda isla era “Jacinto”. En ella se encuentra todo un mar de invernaderos. Es una isla plenamente agrícola. Es la única isla que conserva la mayor parte de las flores que le dan nombre. En Jacinto sin embargo no vive mucha gente, la mayoría solo van a allí para trabajar.

La última de las Hiladas es la “Isla Anémona”. Allí vivía la abuela, y a partir de ese día yo también. En esa isla vivía bastante gente, había varias tiendas, pero se asemejaba a un pueblo perdido en el campo.

La abuela cuidaba de los hijos de la gente de esa zona. Mamá cuidaría a los niños de Jacinto, eso quería decir además, que la tendría lejos durante todo el día. Cada una en una isla. Solo la vería por la noche. Supongo que me pasaría el día sola en casa. El abuelo era agricultor en la isla 2, la abuela cuidaba niños en la 3 y mamá en la 2, lo que no les dejaba mucho tiempo para pasarlo conmigo en la isla 3. En ese momento no sabía si eso sería algo bueno o malo…

Tal como dijo mamá poco después olí la sal marina y escuché las olas a lo lejos. Habíamos llegado a la costa.

Para pasar por la franja/paso de tierra que separaba la península de la isla 1, había que pasar por una especie de cruce fronterizo que estaba vigilado por varios guardias que se encargaban de controlar lo que salía y entraba a las islas. Después de un par de minutos de que los agentes se aseguraran de que no éramos unas terroristas peligrosas nos dejaron pasar.

Atravesando Lilium me vinieron recuerdos de la última vez que vine de visita (en verano). Todo parecía igual, con su característico ajetreo de siempre al ser la isla más importante de las tres.

Al pasar por Jacinto, volví a bajar un poco más la ventanilla. El olor que desprendían las flores era intenso y muy agradable. Mamá sería afortunada al poder rodearse de semejante fragancia todos los días.

Aquel institutoWhere stories live. Discover now