Sed De Venganza ✝ [PRÓXIMAMENTE]

⌠00⌡

⌜En alguna parte de Europa del este⌝ 

—Se acabó. Fury reveló la verdad al publico.

—Al menos lo que él sabe.

—Struker si se enteran de nuestra labor aquí, si averiguan que servimos a hail Hydra...

El doctor aparentaba tranquilidad pero su timbre de voz delata su pánico

—Shield, dos lado de una moneda que ya no tiene valor —dijo el barón caminando hacia el cetro de Loki—. Lo que tenemos, vale más de lo que se imaginaron. Apenas se ha rasgado la superficie y ya han hecho...

El cetro que una vez perteneció al Dios Asgardiano, permanecía sobre una mesa metálica, siendo analizado por científicos.

—Hay otras instalaciones haciendo la buena labor de Hydra en el mundo, las delataremos al capitán américa y a sus coloridos amigos y nos perderán el rastro. —El barón giró a su derecha y caminó hacia la salida.

—¿Qué hay de los voluntarios?

—Tendrán tumbas tan profundas, que no los hallaran ni sus fantasmas.

—¿Y los sobrevivientes?

—Los gemelos. —El barón detuvo su caminar, una sonrisa egocéntrica se plasmo en sus facciones—. Tarde o temprano conocerán a los gemelos —lo que el hombre tenía en mente era mucho más grande que un simple cetro—. Ya no es un mundo de espías cómo antes, ni un mundo de héroes, está es la era de los milagros doctor, y no hay nada más terrorífico, que un milagro.

El doctor guardó silencio unos segundos antes de hacer la pregunta que tanto temía.

—¿Qué pasa si el milagro se vuelve una tragedia?

—Siempre debemos estar preparados con un plan de contingencia.

El varón caminó hacia el fondo del laboratorio, llegó al ascensor y presionó el código que sólo él y algunos cuantos científicos conocían.

Ingresaron en el y bajaron al subterráneo, al piso más profundo.

Al abrirse las puertas, fueron recibidos por el olor de los desinfectantes y la medicación.

—La investigación y trabajo del doctor Darrow nos ha sido de mucha ayuda, y no sólo en la chica  Maximoff —el barón observaba a través de un enorme ventanal de cristal a un chico rubio de ojos azules. El muchacho observaba su reflejo en el televisor apagado frente a él, meciéndose de adelante hacia atrás sujetado por una camisa de fuerza.

—Pero señor, él es más inestable que ella —susurró el doctor. Unas cuantas gotas de sudor caían por su frente recorriendo sus sienes hasta llegar a la barbilla, las manos le temblaban por más que intentaba aferrarse a su bata para evitarlo. Un escalofrió recorrió su espina dorsal y su corazón comenzó a latir errático, golpeando contra sus costillas. 

El chico le aterraba como nada en el mundo, pues él conocía muy bien sus alcances.

Sin embargo el barón observó a su más magnífico prodigio, ahora con una sonrisa maníaca en su rostro.

—Si los gemelos no logran su cometido, lo hará él. Y también será quien los destruya. Porqué sólo él, tiene el poder para detenerla.