Uno.

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Generalmente esto suele pasar con los chicos. Una chica y un chico que se conocen desde la infancia, y a medida van creciendo el chico se enamora de ella, su mejor amiga.

Pero la historia cambio en mi caso. Yo soy la chica, y me enamoré de mi mejor amigo. No puedo entender como paso, siempre habia visto a Santiago como mi hermano, crecimos juntos, nos paseaban en coche juntos, dormiamos en la misma cuna, ¡hasta cumplimos el mismo día!, literalmente es como mi hermano mellizo, sino fuera por el hecho de que lo engendró otro padre y creció en el vientre de otra madre, y es un año mayor que yo.

Ahora, intentando aclararme el hecho de como paso. Santiago y yo siempre hemos sido unidos, compartimos el mismo grupo de amigos, y nuestras madres son muy unidas.

Siempre que él intentaba ligar con una chica me lo decía y yo nunca me había sentido mal por ello, hasta ese día en el cine, estábamos esperando a nuestros otros amigos, él había tenido una cita con una chica un día antes y estaba preguntandole como le había ido.

- Pues, bien - dijo él

- Bien ¿cómo? ¿bien bien? ¿súper bien? ¿bien mal? - preguntaba, impaciente

- Bien... bien - respondió, vacilante

- ¿No la besaste? - pregunte, aunque más bien sonó como una afirmación

- Yo no diría eso

- ¡Ay ya, Santiago! ¡cuéntame!

- Fabiana, no es algo que importe, en serio.

- Es increíble que no quieras contármelo - digo, con fingida indignación - pero ok, si no quieres decirme nada esta bien - entonces doy media vuelta empezando a caminar.

- ¡Oh vamos, no te enojes! - dice Santiago, tomándome del antebrazo.

- No estoy enojada.

- Eso es justo lo que dices cuando estas enojada - responde, atrayéndome hacia él y sujetándome con ambas manos - estaba bromeando, si voy a contarte.

- No Santiago, si no quieres contarme esta bien - digo intentando soltarme de su agarre - ya no quiero escuchar nada.

Entonces sus manos se deslizan hacia mi cintura y de un momento a otro estoy de espalda con los fuertes brazos de él alrededor de mí, haciéndome cosquillas mientras yo rio intentando soltarme.

- ¡Santiago, ya! - digo entre risas.

- ¿Estas enojada conmigo?

- ¡no, no, no, no!

- ¿Vas a escucharme?

- Sí, pero suéltame

Las cosquillas pararon pero Santiago se puso frente a mí sujetándome de las muñecas.

- Oye, ya - dije - todos nos están mirando

- No me importa - dice, esta tan cerca de mí que puedo sentir su aliento golpeándome en el rostro y veo como sus hermosos ojos me miran fijamente, entonces siento un cosquilleo en mi estómago - No voy a soltarte hasta que me pidas perdón - continua, con aire despreocupado.

- ¿Que? ¿ y yo porque tendria que pedirte perdón? - respondo, indignada.

- Por creer que no te contaría nada.

- ¡puff! - bufe - tu tendrías que ser el que pida perdón.

- ¡Claro que no!

- ¡Santiago suéltame! ¡no voy a pedirte perdón!

- Entonces estaremos así todo el día.

- ¡Santiago! - digo en reproche, comportandome como una niña pequeña.

- Cualquiera diría que ustedes dos son novios - ambos volteamos a ver y vemos a la persona que ha dicho eso, nuestros amigos han llegado, y el que ha hablado es Robert - hasta yo he llegado a creerlo.

- No serias el primero que lo cree - dice Santiago, soltándome por fin.

- Oye Santi, la próxima vez que Alicia me llame para ir a traerla a tu casa, haz que se vista antes - esta vez, quien habla es Elena y Alicia es su prima, la chica con la que Santiago había salido la noche anterior - Si vas a follar con mi prima por lo menos vístela de nuevo después ¿no?

Entonces la resolución cae en mí como balde de agua fría.

- ¿¡Te acostaste con Alicia!? - digo sin poder contener las palabras.

...

- Hey Fabiana, espera! - Santiago grita. Cuando termino la película me despedí de mis amigos lo más rápido que pude y casi salí corriendo del cine, no quería hablar con Santiago.

- ¡Fabiana! - dice alcanzándome.

- Por eso no querías contarme - digo, encarándolo.

- Claro que te iba a contar.

- ¡Es que como te acostaste con Alicia, es como 30 años mayor que tú!

- Oh vamos, no seas exagerada, solo es cuatro años mayor.

- ¡Por Dios, Santiago! ¿en que estabas pensando? - digo casi gritando.

La verdad no se porque reacciono así, si alguna de las chicas con las que salía Santiago no me agradaba se lo decía sin armar tanto escándalo. Pero esta vez era diferente, sentía como mi corazón se rompía lentamente con el simple hecho de imaginarlo desnudo en una cama con una chica.

- Por favor Fabiana, ni que fuera la primera vez que te enteras de algo así - dice el, aumentando más mi enojo, confusión ¿dolor?... y lo peor es que no podía explicarme porque sentía toda esa mezcla de emociones.

- Espera - continuo Santiago después de un silencio - no me digas que estas celosa.

La sonrisa lasciva que se había dibujado en su rostro solo hizo que otro sentimiento se arraigara en mí. Vergüenza. Podía sentir como mis mejillas se acaloraban.

- ¿¡Q-Que!? - respondo con voz aguda - ¡estás loco! ¿sabes qué? ¡mejor me voy, y ni se te ocurra seguirme!

Di media vuelta y estaba caminando a paso acelerado cuando escucho unos pasos detrás de mí y una voz ronca gritando.

- ¡Fabiana! ¡Fabiana! ¡hey, Fabiana!

- ¿¡Que, Santiago!? ¿¡Que!? Te dije que no me siguieras - digo, deteniéndome en seco.

- Lo se... pero, es que somos vecinos aunque no quieras tengo que seguirte - su voz se había hecho pequeña, como si esperara otro grito de mí. Pero yo me sentía tan torpe. ¡por Dios! ¡Santiago vivía justo enfrente de mí!





Me enamoré de mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora