19. Tenemos que hablar.

1.5K 86 8
                                    

Hello!

Les he dejado una foto en la galería para que vean a lo que me refiero más adelante😅
Por cierto, quedan pocos capítulos... así que aprovechen al máximo que han de pasar muchas cosas interesantes😏

Los dejo que sigan leyendo!

Ara♡




–Bueno, y cuéntame. ¿Cómo te ha ido en el salto de paracaídas? ¿Te asustaste mucho? ¿Sobreviviste? –fue lo primero que dijo mi amiga al verme. No le había dicho absolutamente nada sobre el tema. Ella se había ido de viaje al país vecino, y no habíamos cruzado casi palabras. Sólo para averiguar cómo estaba la otra, y así. Por esas cuestiones es que decidimos ir al centro comercial para pasar un rato juntas y contarnos todo eso que por mensajes de texto no podíamos, o simplemente nos daba flojera.

–Digamos que... no salté –cerré mis ojos, esperando a que gritara asombrada.

–¿No te animaste? –preguntó con más normalidad de la que pensaba.

–No. En realidad, mis padres no me dejaron.

–¡¿Por qué?! –exclamó, ahora sí con un pequeño grito.

–Nunca estuvieron convencidos. Les parecía muy inseguro. Igual dudo que me hubiese animado.

–Espera, ¿vamos a comer allí? –dijo señalando un restaurante de comida rápida.

–Sí, como quieras –me encogí de hombros. Ella comenzó a caminar hacia el lugar que había señalado. Yo sólo la seguí.

–Entonces fuiste hasta allá... ¿para nada? –habló retomando el tema.

–No, no. Participamos del entrenamiento y nos metieron en el tubo gigante, ese que tiene un ventilador enorme en el suelo. Nos dijeron que eran las hélices de un avión.

–¿Es en eso que te metes y flotas?

–Exactamente eso.

–¿Y qué tal estuvo?

–¡Genial! –grité de la emoción– Es como si estuvieras volando. Me encantó –palmeé mis manos.

Recuerdo cómo observé a Mathías. Verlo con tanta felicidad en su cara, me había hecho sentir bien a mí por acompañarlo a cumplir una parte de su sueño. En ese momento también recordé lo que había hablado con Amy la última vez que tocamos el tema sobre él y pensé en que debía dejarlo ir, poco a poco. E intenté convencerme a mí misma de hacerlo después de ese día. ¿Cómo iba a hacer para apartarme y qué pensaba decirle? Aún no lo sabía. Tampoco tenía la certeza de saber si él sentía cosas fuertes por mí, o si sólo lo hacía como una necesidad de satisfacción, lo que me entristecía, pero a la vez me hacía sentir rabia por dar todo de mí, y que de la otra parte no fuera lo mismo. Lo miré a los ojos, lo que hizo que cruzásemos miradas, porque él tuvo la misma idea. Diría que sentí cómo hacía mover el piso bajo mis pies, pero no era la metáfora correcta en ese momento. Sí lo sentí en mi abdomen, donde parecía que revoloteaban miles de mariposas, y en mi cara, que comenzaba a arrugarse dejando ver una sonrisa. ¿Cómo haría para apartarme, si aún sólo con mirarlo me causaba un efecto así? ¿Sería muy tarde para arrepentirme de toda esta aventura?

Succioné del sorbo los últimos tragos de bebida cola que quedaban en el vaso. Ya había terminado mi hamburguesa y aún quedaban un poco de papa fritas, que pensaba acabármelas en algún momento. Miré a Sel, quien ya había terminado toda su comida, hasta su bebida.

–¿Y qué le has dicho?

–¿A Bubbaloo? –pregunté, ella asintió– No le he dicho nada. Luego de la última salida, a la que fuimos a cenar al centro de la ciudad, no le he vuelto a ver. Intento evitarlo. Me ha llamado, y me ha invitado a salir otra vez, pero no sé.

Más que derechos Where stories live. Discover now