Park misses Min.

Backpfeifengesicht

Un rostro que necesita urgentemente un puñetazo.

¿A dónde pretendía llegar? Y es que ni el lo sabía, ni siquiera podía sentir sus piernas, su respiración sobre agitada hacía que su pecho saltara en función a sus latidos. Sus piernas ya no daban más, solo unos pasos más y llegaría al borde del muelle, del maldito muelle.

¿Que mierda acababa de pasar? Park no lograba ordenar las ideas en su cabeza y es que quizás era eso mismo lo que había jugado con su consciencia haciéndole creer algo que no estaba ni cerca de la realidad... pero el lo había visto, ahí, tan perfecto como siempre, le había olido, ese aroma inigualable que lo había perseguido día y noche, lo había oído incluso, su voz grave con esa pizca de odio con la que siempre le nombraba.

Park... y su mundo se había derrumbado. Park... y sus piernas se habían movido casi por inercia fuera del lugar.

<Solo unos pasos más> se dijo a sí mismo, cuando estaba a punto de llegar al borde.

— ¡Jimin!

Se giró de forma instintiva y sus piernas se enredaron. Todo pasó tan rápido que no logró reaccionar hasta que se vio sujeto por la camisa justo antes de caer al mar que con su oleaje le aclamaba, su espalda retumbó contra el piso y no alcanzó a cubrirse recibiendo el puñetazo sin piedad en la cara.

Sonrío de lado, labio ensangrentado, ese gesto exagerado que Min siempre había detestado. Amaba el dolor, gracias al dolor sabía que existía, gracias al dolor sabía que todo había sido real y por fin después de tanto tiempo, sintió el pecho cálido, por fin después de tanto tiempo, soltó una carcajada.

Jungkook lo miraba confuso, lleno de ira, esperando ver algo en el, pero el miedo ya no era parte del vocabulario de Park y precisamente ese era su error más grande, ya que cuando Min apareció tras ellos, ojos desorbitados, empapado en sudor, pistola en mano y odio en el corazón, lo único que cruzó su alma fue la dicha que ya no lo extrañaría más, Yoongi estaba ahí, parado a metros de el, tangible, Yoongi ya no era un sueño ni un maldito juego de su imaginación.

Y entonces sonrío, y una lágrima de goce rodó su mejilla. Park ya no extrañaba a Min, Min odiaba a Park, más que nunca.

———

Juro que lo terminare, gracias por tanto.