Capítulo 2

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Sombras

Christian Grey

Despierto sintiéndome vacío y mis manos buscan a ciegas sin encontrar a mi nena. Salto de la cama y busco por todo el lugar y no encuentro, pero una pequeña luz llama mi atención.

Camino a su encuentro y en las escaleras puedo ver cómo corre el agua y se siente tan cálida.

Frunzo el ceño al ver de dónde proviene.

Tomo el pomo de la puerta con mis manos temblorosas y al abrirla la luz roja que ilumina toda la habitación me hace darme cuenta que es.

Esta es un...

Todo está más claro al ver frente a mí un hombre con jeans gastados y sin camisa con un látigo en las manos.

Un cuarto de juegos.

— ¡¿Qué mierda es esta?!—Gruño.

El hombre se voltea, pero en su rostro lleva un antifaz y sonríe con malicia.

—Te estaba esperando, Grey. Pensé que no vendrías.

— ¿Quién eres y que quieres? —Mi pecho siente una fuerte opresión.

— ¿No me recuerdas? Porque lo hago cada día y ahora ha llegado mi momento.

—¿Su momento? No estoy para acertijos o adivinanzas. — mi voz fría.

—Eres tan arrogante, Grey. Creerte el amo del universo y ese siempre será tu perdición.

Me muestra el cuerpo que esta frente a él.

Mis ojos se abren como platos al ver a mi adorada Ana amarrada de pies y mano a la cama.

—¡¿Qué hace aquí, Anastasia?!

—¿Tu qué crees? Esta es mi venganza por haberme quitado lo que me pertenecía.

—¿Qué es lo que quieres para no lastimarla? —Trato de negociar.

—Nada. Solo quiero ver tu sufrimiento.

—Tu queja es conmigo. Dejémoslas fuera de esto.

—No lo creo. Ella es mi medio para llegar a ti y ahora sentirás en carne propia lo que es perder al amor de tu vida. — Su mira refleja todo el odio que siente.

Ríe.

—No permitiré que la lastimes. Ella es solo mía y yo protejo lo que es mío.

—No lo es, Christian Grey.

—Desde ahora no lo será más, —Niego sintiendo el miedo recorriendo mi cuerpo. —Le pertenece a otro. Christian Grey, «Tuya jamás». —Advierte.

—No te atrevas a tocarla, desgraciado.

Trato de llegar hacia ellos, pero algo me lo impide, con toda la impotencia veo cómo golpea su cuerpo.

—Detente. —Grito.

Mi nena suelta un grito desgarrador al ser impactada con ese látigo.

—Se siente tan placentero escucharte suplicar y ver el dolor en ella reflejado en ti.

—Christian, ayúdame. —Suplica, con sus ojos llenos de lágrimas.

—Nena, lo siento tanto.

— Te amo. —murmura.

— Te amo mucho más, nena.

Obligo a mi cuerpo a reaccionar.

—Suéltala —Gruño.

Vuelve a levantar su brazo y el látigo impacto su delicada piel con más fuerza. Sus carcajadas como lo hacen los gritos de dolor de mi Ana.

—Hijo de puta si no te detienes te mataré. —advierto.

—No estás en condiciones de amenazar. —Dice dándole una última mirada al cuerpo que esta tendido en la cama.

Lanza el látigo al suelo y con largas zancadas sale de la habitación dejando un doloroso lamento.

—Mi Ana. — Corro hacia ella.

Mi cuerpo se estremece al ver su cuerpo lastimado por los latigazos.

Cierra sus ojos con fuerza al sentir el roce de mis dedos soltando las esposas de sus lastimadas muñecas y pies.

—Christian, estas aquí. —Solloza.

—Sí, nena. Siempre estaré a tu lado.

—Fue un privilegio amarte y ser parte de tu vida. Te amare siempre. —Su voz se apaga al igual que el brillo de sus ojos.

—No quise que padecieras esto.

Su hermosa pálida piel fría como sin vida, lloro de impotencia al no poder salvarla.

—Anastasia. —Mi voz es irreconocible.

La atraigo hacia mi ci pecho y escondo mi rostro en su suave pelo dejándome arrastrar por el dolor, mientras lloro como un niño por no haberla perdido.

—Grey, la has perdido y me doy por satisfecho. —Escucho su voz por algún lugar de la habitación, pero no me importan sus palabras y lo único que me importa es estar solo con mi amor.

—Ana, por favor, no me dejes—Le hablo entre suplicas.

Beso sus labios fríos.

—Perdóname... —Sollozo. —Yo te amo, Anastasia.

Solo se escuchan mis sollozos en esta habitación que ahora se ha vuelto fría logrando que mi corazón pierda la calidez que mi nena le había otorgado.

Despierto sudoroso y con la respiración agitada, desorientado, parpadeo varias veces enfocando mi vista y soy consciente que estoy en mi habitación. Paso mis manos por mi cabello tratando de tranquilizarme.

¡¿Malditas pesadillas?!

Mis ojos se fijan al lado donde duerme mi Ana y está vacío. Todo mi cuerpo se tensa y salgo de un salto de la cama para ir por ella. La busco en el baño y no está y conforme avanzo por la habitación en su búsqueda el miedo se apodera de mi interior.

¡Cielos, como aquella pesadilla!

Salgo recorriéndolo con la mirada todo a mi paso, entro a la cocina, pero no está. Me vuelvo para ir hacia el salón, es cuando la luz tenue que proviene de la pequeña estancia me lleva hacia allá. Respiro profundo al encuéntrala mirando hacia el ventanal con una taza en las manos.

—Me sentí solo en la cama. —Digo llegando a ella y sintiendo que mi alma regresa a mi cuerpo.

—Tuve un mal sueño. —Se voltea para quedar frente a frente. — No podía dormir más y no quise despertarte. —Sonríe, pero no le llega a los ojos.

Mi mandíbula se tensa.

— ¡Maldición! —Digo en voz baja.

La posible amenaza ha hecho que mi pequeña no pueda dormí.

—Decidí preparar una taza de té para relajarme. —Dice con timidez.

—Oh, mi nena. —Me lamento.

Sus ojos estudian mi mirada y sé que puede ver que algo anda mal.

—Todo estará bien, Christian. —Dice. Acercándome a ella.

—Procurare que sea así. —trato de que crea en mis palabras.

— Nada me pasará. — besando mi pecho desnudo. —En tus brazos estaré segura siempre.

—Ni mis sombras ni nadie te lastimarán. Te amo, Ana. —La abrazo para sentirme pleno sabiendo que está a salvo en mis brazos y que ninguna amenaza la apartara de mi lado.

Quien quiera que sea no se salvará de mi ira. 

******

Nos leemos luego.

Yo!

Amarla Por Un Millón de Años (2 T ERE) Sin editarWhere stories live. Discover now