El forastero. -Parte 1.

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Vikings. 

Episodio 11. Temporada 4.

Salgo a la superficie en busca de aire. El pánico se apodera de mí cuando recuerdo lo que habita en las aguas de la Tierra en Los 100.

Nado hacia la orilla del río, cuando noto una punzada de dolor en el brazo derecho, me doy cuenta de que me han alcanzado con la lanza.

Finalmente salgo del agua, y antes de preocuparme por las personas que me perseguían, me miro el brazo. Es una herida superficial, un corte pequeño e irregular. Aparto la mirada del brazo, sabiendo que me voy a acabar mareando si sigo viendo como sale la sangre de la herida.

Con prisa, me hago una trenza de raíz para que el pelo no me moleste.

Miro a mí alrededor, y mi mirada se posa en una roca en la que hay ropa seca. Busco con la mirada al dueño de dicha ropa, pero no hay nadie. Camino hacia la roca y con un movimiento rápido me quito la camiseta de tirantes. Me arrepiento al momento, ya que el movimiento tan brusco hace que me duela el corte.

Sin perder el tiempo me quito el resto de mi ropa mojada y me pongo la ropa seca. Hago jirones la camiseta de tirantes con la ayuda del cuchillo que me lleve del set de Sobrenatural, que ahora es bastante real y corta mucho. Con los trozos de tela, me vendo la herida.

Me sorprendo al oír a alguien gritar.

—¡Eh, tú! ¡Esa es mi ropa!

Sin pararme a mirar, salgo corriendo como si no hubiera un mañana.

Esquivo los árboles, y pronto veo una pequeña explanada. Decido ir por ahí, aun sabiendo que no es la mejor idea que he tenido últimamente. En la explanada no hay árboles que me escondan de las personas que me están siguiendo.

No tengo muchos reflejos, pero cuando por el rabillo del ojo veo algo que vuela hacia mí, agradezco haber crecido con dos hermanos mayores a los que les gustaba tirar cosas a traición. Me tiro hacia atrás a lo Matrix, con la única diferencia de que yo me caigo de espaldas al suelo.

Desde abajo, miro hacia el árbol que hay a mi derecha. En el tronco hay un hacha clavada. Boquiabierta, miro hacia mi izquierda, donde veo a un chico rubio de pelo largo mirándome. Otros tres chicos también están mirándome.

Se me ponen los ojos llorosos, comprendiendo que no estoy en Los 100, sino en Vikings. Respiro hondo e intento no llorar.

—No llores. —Susurro. — No muestres debilidad, no aquí.

Tras terminar de darme ánimos, me empiezo a reír de lo absurda que sueno.

No he llegado a este episodio, no sé si llamar a esto spoiler o directamente llamarlo mi muerte servida en personajes basados en hechos reales.

—¿Estás bien? —Pregunta Sigurd.

No le contesto, en cambio, me miro los pies. Con las prisas de huir, no me he puesto los zapatos.

Sigurd se acerca a mí y me ofrece una mano. La acepto y con su ayuda me levanto. Como con Murphy, muchas imágenes pasan delante de mí rápidamente, dejándome ver la vida que se supone que tengo aquí.

En los sueños, se supone que cuando te haces daño, te despiertas. Pero yo llevo haciéndome daño muchos episodios y no me he despertado. Esto solo puede significar una cosa. No estoy soñando, estoy aquí de verdad.

—Me duelen los pies. —Digo finalmente.

Los otros dos hermanos, menos Ivar que no puede, se han acercado a mí. 

Las desventuras de Faith.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora