《 Crónicas de la bruja de las estrellas y la noche. 》

Capítulo 1. - Maestra y pupila.

Era una mañana tranquila, con apenas los primeros rayos del sol asomándose a través de las colinas en las que se hallaba aquella pequeña casa.
A través de la ventana abierta de una de las habitaciones de ese edificio se podía divisar a una pequeña señorita durmiendo. . .De una manera muy poco elegante. Con todas las sábanas arrugadas y las piernas en la almohada, los ronquidos se escuchaban hasta en el salón, donde estaba la otra persona que allí vivía.

Inmersa en su sueño, los rayos del astro rey acariciaron de una manera muy poco agradable sus párpados. Aquella irritación provocó que abriese los ojos, encontrándose de lleno con aquella luz tan molesta, que literalmente la cegó.
Volvió a cerrar los ojos mientras se retorcía, cayéndose de la cama en el proceso. Se había dado un batacazo que merecía ser recordado. . .Una pena que nadie lo hubiera visto.
Con todo el mal humor acumulado de aquel accidentado despertar, se vistió con un sencillo camisón, para después bajar por las escaleras. . .Por las cuales se cayó en cuanto pisó el primer escalón.

Una señorita de cabellos albinos la miraba desde el sofá de la habitación, con una ceja arqueada.

—¿Algun día vas a bajar sin caerte?—

—Creo que estás pidiendo demasiado. . .—

Ambas estuvieron en un silencio que duró poco, antes de soltar al mismo tiempo una carcajada. La más joven se levantó como si nada hubiese pasado.
El resto de la mañana ocurrió sin ningún altercado más, siendo para la pequeña un día como otro cualquiera.
. . .Hasta que claro, atardeció. Ese era el momento de la menor para hacer preguntas  a la hermosa mujer que convivía con ella.

—Esto. . .¿Maestra?. . .¿Se ha dormido?—

En verdad tenía los ojos entrecerrados, pero la posición recostada en la que estaba más sus largas pestañas hacían que diese esa impresión.
La mayor negó con la cabeza, para luego señalar un sitio a su lado en el sillón. Desde que oyó a la niña entrar supo lo que iba a pasar. . .Era un ritual que hacían todos los días, al fin y al cabo. Obedeciendo sus órdenes, la pequeña se sentó a su lado, para carraspear y luego hablar.

—Me he estado guardando esta pregunta durante muuucho tiempo. . .¿Me podrías decir cuál es la utilidad de las brujas?. . .Y los brujos.—

Recolocándose el sombrero, una expresión de sorpresa se vio reflejada en la que escuchó la pregunta, por el hecho de que no se la esperaba. . .No al menos tan pronto. Rápidamente curvó sus rosados labios para esbozar una sonrisa. La verdad es que le hacía especial ilusión responder a esa pregunta en concreto.

—Bueno. . .Es un tanto complicado de explicar. Se nos "crea" para contener o dominar a lo que representamos. . .O para usar nuestra magia para algo, normalmente importante. También hay gente que lo hace por mero capricho. . .Peeero no suelen acabar muy bien parados.—

—Oh . . .—

El silenció envolvió el lugar. Tal vez era porque la adulta se había quedado sin cosas que decir. . .O porque la niña estaba meditando sus palabras. Fuera cual fuera el motivo, se rompió la incomodidad a los pocos segundos, gracias a aquella voz aguda.

—¿Podrías llevarme a dar una vuelta en escoba?. . .—

El primer pensamiento que tuvo la maestra fue la frase de "¿Otra vez?", pero sabiendo que por decirla no iba a pasar nada, tan solo se levantó del mueble. Y acompañada por la contraria, salió de la casa, con escoba en mano, no sin antes envolver a la menor en una capa. Lo que menos quería era que pillase un resfriado. . .Al fin y al cabo, ya era de noche.
Como una bruja clásica, se montó en la escoba, dejando que la menor hiciera lo mismo.

—Hm. . .¿Tú ya sabes manejarla, verdad?. . .Inténtalo ahora.—

La chiquilla dibujó una sonrisa grande y cálida en su propio rostro, cosa que conmovió a la más alta. . .Aunque a la vez se encontraba un poco preocupada.
Dejó a la menor ponerse delante, y emprendieron un pequeño viaje por los alrededores de su casa. La escoba a veces hacía movimientos extraños, pero al menos no era un descontrol total.
Con una suave brisa en la cara, la brujita se dejó llevar. . .Y disfrutó de ese pequeño vuelo con su maestra.