Chapter

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Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Kishimoto. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a xiaojiang y fue beteada por Aika Yami.

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Sasuke era como el sol. Sus labios eran cálidos, quemaban sus protestas, sus manos ardientes, quemaban cada pulgada de piel que tocaba y sus ojos ardían con una intensidad que incineraba todos sus pensamientos; excepto él. No le ofreció dulzura. En cambio, empujó y tiró hasta que su cuerpo se rompió y su mente gritó en agonía. Pero sus métodos eran eficientes y al final, Hinata estaba agradecida por cada palabra, cada toque áspero y cada empuje implacable.

—Levántate, Hinata —ordenó Sasuke.

—No puedo —suspiró ella.

—Levántate, —ordenó de nuevo.

—Yo... no puedo... —respiró, luchando por llenar de aire sus pulmones.

—Levántate.

—No puedo... yo... no puedo... —cada músculo en su cuerpo dolía, cada movimiento significaba un gran dolor.

—Levántate, Hinata, los Uchiha no se rinden.

Quería decirle que ella no era una Uchiha, ella era una Hyuuga. Pero sabía que, si lo hacía, sólo serviría para molestarlo. Se forzó a ponerse de pie, sus piernas dolían y siguió corriendo hasta que se derrumbó. Y cuando lo hizo con éxito, entró en el equipo de carrera; ella le agradeció preparando su comida favorita, bolas de arroz.

Pero bajo esos ojos ardientes había ternura. Más allá de los ceños fruncidos y las sonrisas de lado. Bajo esa mirada, Hinata sabía que nunca podría temerle a su oscuridad.

Hinata se estaba riendo. —Más alto, onii-san. Más alto, —gritó, su risa resonaba a través del enorme jardín mientras ella agarraba fuertemente la mano de Sasuke.

—Está bien —Itachi cedió mientras empujaba los columpios de Sasuke y de Hinata más fuerte—. Mantenla a salvo, Sasuke.

—Lo sé. —murmuró Sasuke, un poco agitado, pero Hinata sintió que su mano se apretaba alrededor de la suya.

El viento golpeaba su rostro con fuerza y Hinata cerró los ojos y dejó que su risa ahogara la persistente duda en el fondo de su mente. Cuando eso no era suficiente para ahuyentar la incertidumbre de la soledad, un suave toque en su espalda y la calidez de la mano de Sasuke le recordaban que ya no estaba sola.

Sí. Sasuke era su sol... entonces Itachi era su luna. Era suave, y reconfortante, como el mar. Hinata se sentía atraída por él, sin motivo y sin poder contenerse. Itachi era su lugar seguro, un tierno refugio al que podía arrastrarse y perderse en su suave abrazo cuando el sol quemaba demasiado.

Sus gritos resonaron en la vasta mansión. Cuando escuchó el fuerte golpe de los puños de Itachi contra su puerta y su nombre era gritado con voz frenética. Había logrado callar sus gritos, pero no podía respirar.

El monstruo rugió otra vez, sus dientes parpadearon blancos a través del cielo nocturno y Hinata sintió que sus manos y su rostro se entumecían mientras ella jadeaba por aire. La oscuridad tragaba todo a su alrededor y venía por ella. Un monstruo de tremendo tamaño y fuerza venía y ella iba a morir; lo sabía. Sus enormes manos la alcanzarían y cuando eso sucediera, la iban a agarrar y arrastrar a las oscuras profundidades donde sus padres y su hermana-...

Fuertes y protectoras manos la atraparon en un abrazo, sacudiéndola. — ¡Hinata! —gritó—. Despierta, soy yo: Itachi. Tu onii-san.

Ella ahogó otro grito, sus manos se acercaron a él. Una parte distante de su cerebro le decía que, mientras pudiera alcanzarlo, estaría a salvo. La protegería. Mantendría al monstruo alejado. Así que ella lo alcanzó, sus manos se aferraban a su ropa, y tomó respiraciones profundas, estremeciéndose, sus manos agarraban fuertemente su cálido cuerpo hasta que ya no podía oír al monstruo en la oscuridad.

Aves corrompidasWhere stories live. Discover now