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Despertó y todo dentro y fuera de él dolía, intento que sus ojos se acostumbraran a la luz, que a pesar de no ser tan fuerte, lastimaba. El olor era desagradable, una mezcla de humedad, pintura, sudor y comida. Se acomodó en el catre que le servía de cama, su espalda dolía debido al duro colchón, si es que se podría llamar así a la tabla roca cubierta de hule espuma que descansaba en una base de metal oxidado.

Como pudo se sentó en el catre, paso las manos por su cabello, que estaba completamente revuelto y sus dedos dolieron al atorarse en sus rizos, jaloneo un poco, y se acarició con cuidado los labios, habito que siempre tenía, dolió, recorrió con su lengua su labio inferior, sabia a sangre. La punta de sus dedos tanteo con cuidado cada rincón de su cara, y pequeños destellos de la noche anterior llegaron a su memoria.

Recordaba haber dejado a Liam en el bar, recuerda manejando hasta el departamento de Louis, recuerda una nariz rota, recuerda como trepaba los escalones hasta el piso seis, recuerda la cara asustada de Louis al verlo, recuerda aquellos labios delgados contra los suyos, y se recuerda golpeando a Liam. Después nada.

Miro a su alrededor, estaba en una celda pequeña, fría y gris, una puerta negra al frente, con una ventana recubierta por rejilla. O si la policía. Algo de eso escucho decir al guardia que golpeo. El dolor en su cabeza era lo peor, parecía un taladro perforando su cráneo. El incesante zumbido en sus oídos comenzaba a aturdirlo. Sus ropas tenían sangre, y sus nudillos estaban hinchados.

La puerta se abrió, con un chirriante sonido, Liam estaba parado en el marco de la puerta. Tenía el labio inferior roto al igual que él, un moretón en el pómulo derecho, y llevaba puestas gafas de sol.

-¿Disfrutaste estar en prisión?- sonrió burlón. Definitivamente lo estaba disfrutando.

-Me duele la cabeza- dijo con la voz más ronca de lo normal, y su garganta dolió al instante, haciéndolo toser.

-Me alegro- se encogió de hombros- vamos, te llevare a casa.

Harry atravesó la celda con gran dificultad, tambaleándose un poco con cada paso que daba, se sostuvo de la puerta, vio al oficial de policía parado al otro extremo, mirándolo de mala manera. Siguió a Liam y al oficial de cerca.

-Tienes que firmar la multa- menciono Liam una vez que estuvieron en la recepción de la comandancia.

-No puede acercarse nuevamente al edificio Sr. Styles, y después de esto se le hará llegar la factura por los costos del hospital al que el Sr. John Smith fue trasladado.-Harry asintió, y el oficial miraba atentamente al rizado que continuaba firmando las tres hojas de su multa.

-¿Es todo?-pregunto Harry.

-Sí, señor es todo.- el oficial le entrego sus pertenencias y se despidió.

Salieron del lugar en completo silencio. Liam miraba de reojo a Harry, que caminaba arrastrando los pies.

-Fui a recoger tu auto al corralón, y me encargue de la prensa- hablo Liam rompiendo el silencio.-Pero tu auto... tiene un pequeño rasguño.

"Pequeño rasguño" fue una forma muy sutil de expresarse, el "pequeño rasguño" había sido un enorme golpe en la parte delantera del lado derecho, el farol estaba desecho y la pintura estaba botada. Eso le costaría bastante.
Se sobo la frente, en señal de exasperación, y reprimió las palabras que se formaban en su interior.

No dijo nada en todo el camino, ni siquiera sabía en qué dirección iban, se sentía avergonzado por su actitud, y solo quería tomarse una ducha y dormir, para despertar de la pesadilla que estaba viviendo.

Llegaron a su casa, ese sombrío lugar que ya se sentía tan ajeno a él. Las paredes que lo vieron mientras lloraba en frustración y dolor, los pisos que fueron manchados de wiski que derramo tras sus largas borracheras. La mirada de María que le imploraba dejar de tomar, los cristales de los ventanales que amenazaban con romperse debido al fuerte volumen de la música. Esa casa donde había amado a Louis, donde se entregaba a él sin pensarlo, donde empezó todo, donde lo besó por vez primera.

Secretario |L. S.|Where stories live. Discover now