BATALLA

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Conforme transcurría el día y el atardecer caía implacable sobre todos, se nos llamó para prepararnos. El herrero regresó con las armaduras y nos ayudó a colocárnoslas. Cuando Milos se colocó la pechera descubrió que le quedaba perfecta. Le hizo un gesto al herrero y le habló.

- Disculpe, ¿han retocado mi armadura? – dijo dubitativo.

- No señor, está exactamente igual que el otro día.

Eso descolocó a nuestro amigo que seguía mirándose extrañado.

- ¡Bienvenido al fantástico mundo de los Vampeires! – le respondió Karel dándole un pequeño puñetazo en la pechera. Esta vez Milos no se movió ni un centímetro. En otras circunstancias ya estaría en el suelo.

Al principio se nos hizo extraño llevar esas piezas metálicas sobre nuestro cuerpo, pero al rato nos movíamos con bastante soltura y más tarde ya era una capa más de piel.

El resto de Vampeires y soldados ya estaban preparados y pertrechados, listos para dar la cara a los turcos. Probablemente quedaban un par de horas de luz y los nubarrones que estaban llegando no parecían dar tregua. Casi todo el tiempo permanecimos con la mano en forma de visera sobre nuestros ojos.

Una vez formados, Vlad dedicó unas palabras a los presentes paseándose delante nuestra para que sus palabras llegasen perfectamente a todos los rincones.

- ¡Hermanos! Hoy será un día histórico. Los libros hablarán de este día como el día que se acabó con la amenaza turca de una vez por todas. – hizo una pausa – Muchos de vosotros ya luchasteis a mi lado innumerables veces y sabéis la dificultad que entraña un ataque como este. El enemigo es numeroso hasta hacer palidecer al más valiente de los hombres, pero no temáis, cuando lleguemos el número debería estar reducido por la enfermedad y la muerte. – este detalle avivó la esperanza entre aquellos hombres – Ahora dejadme que os presente oficialmente a la persona que debéis tener como vuestro general. Su palabra será mi palabra y el respeto hacia él será respeto hacia mí. – Un hombre cercano a Vlad hizo el intento de avanzar unos pasos hacia delante pero éste lo paró en seco interponiendo su brazo extendido en horizontal. Algo que pareció desconcertar a aquel hombre. Draculea extendió su brazo en mi dirección con la palma de su mano hacia arriba. – Aquí está Jaroh, Príncipe de los Vampeires. Por favor ven hacia aquí.

Aquello sí que nos cogió por sorpresa. Tanto que me eligiese a mí como que me llamase Príncipe. Karel parecía divertido con aquello.

- Por favor Majestad, no haga esperar al otro Príncipe – dijo entre risas.

- Ya me ocuparé de ti, cabeza hueca – le respondí refunfuñando mientras me dirigía hacia Vlad.

- Él os contará la estrategia que deberemos seguir en este glorioso día. Por favor – terminó la frase dando pie a que comenzase mi exposición de los detalles. Así que aunque nunca había hablado ante tanta gente me armé de valor y empecé hablar.

Básicamente la estrategia se reducía a varios puntos. El ataque empezaría en el estrecho paso desde donde habíamos espiado a los turcos, era perfecto para lo que acontecería después.

Primero, los arqueros lanzarían una andanada de flechas hacia el campamento enemigo, cosa que los alertaría hacia nuestra posición. Una vez que cargasen hacia nosotros, de nuevo los arqueros, esta vez con ballestas, dispararían a los turcos que estuviesen un par de metros por detrás de los primeros, lo que los dejaría momentáneamente aislados a estos del resto. Ahí entrábamos nosotros. Los Vampeires atacaríamos a este pequeño grupo hasta acabar con ellos y el proceso se repetiría una y otra vez hasta lograr que el enemigo se retirase. O eso esperábamos.

Vampeires: OrígenWhere stories live. Discover now