Capítulo 1.

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Era un día caluroso. La jornada laboral estaba por terminar y las oficinas de a poco se quedaron vacías. Después de tocar la puerta, un hombre de cabellos oscuros entra a la oficina y se para frente al escritorio de otro varón, quien cómodamente tiene sus pies arriba.

Hacen contacto visual al menos durante un silencioso minuto, entonces el pelirrojo devuelve su atención a los documentos que tiene entre sus manos. El azabache espera pacientemente a ser atendido, pensando las posibles respuestas que podría decir ante la discusión que podría darse si las cosas salían mal.

Escucha movimiento, pero tiene sus ojos fijos en el piso, esperando alguna orden. El pelirrojo se coloca frente a él y lo toma por la corbata, la cual jala de forma brusca para tenerlo a su altura y poder besarlo. Él se sorprende ante el inesperado contacto, pero corresponde de forma sumisa. Manos se posan sobre su cuerpo y arrugan su uniforme, pero a él rápidamente deja de importarle cuando su cuerpo toca la superficie del escritorio y abraza con sus piernas la cadera del pelirrojo.

Cuando éste le quita la corbata, el corazón del azabache salta de emoción pensando en que, quizá, con ella envolverá sus muñecas para inmovilizarlo. No es así.

Grell se aparta, con la mirada oscurecida, mientras que los ojos de su pareja brillan con adoración y deseo. El pelirrojo sonríe haciendo que se formen hoyuelos en sus mejillas, y besa la esquina de los labios del otro antes de apartarse.

– ¿Sucede algo? –El hombre más alto pregunta.

–Tengo que ir a recursos humanos para dejar unos documentos. Ve a casa sin mí. –Contesta antes de tomar una carpeta para revisar su contenido.

–Puedo esperar.

–No es necesario. Solo hazlo.

–Entendido. –Responde, bajando la mirada y jugando tímidamente con sus manos.

Ve al pelirrojo salir y alejarse, sintiendo la repentina soledad, y escuchándole murmurar algo sobre comer chocolate. El azabache niega con la cabeza y se pone de pie, acomodando su ropa y reparando en que su pareja se ha llevado su corbata. Suspira y se convence a sí mismo en que se lo merece, después de todo su castigo fue cambiado a una fecha aún indefinida y no estaba bien por su parte exigir.

...

Balancea sus pies de enfrente hacia atrás y viceversa, sentado en una de las sillas altas que están próximas a la barra. Su cabello está revuelto, y, con un semblante serio y a la par preocupado, pasea su vista entre el reloj en la pared que indican las 9 de la noche, y la puerta de la entrada.

Da un leve saltito en su lugar cuando al fin escucha a alguien entrar, y logra ver la cabellera de su pareja. Hace un rápido análisis y concluye que está en un estado sutil de ebriedad por sus mejillas sonrojadas y su forma de caminar tan despreocupada, cuando en más de un año de relación, siempre se había mostrado recto y dominante.

El de cabellos oscuros se pone de pie y camina a su lado, Grell le mira sonriendo y abre sus brazos como si quisiera un abrazo, aunque claro, no es su intención. El más alto le desabotona el saco y se lo quita, para luego hacer lo mismo con la camisa pero en cambio dejando ésta simplemente abierta. Lleva sus manos al cinturón y lo retira, entonces lo deja sobre el sofá y vuelve a detenerse enfrente del pelirrojo para esperar, con la mirada fija en el piso, una orden.

Cierra los ojos suavemente cuando siente caricias sobre su cabello que luego van hacia su mejilla y bajan a su cuello, provocándole cosquillas y un leve estremecimiento. Escucha la risa del contrario antes de que éste camine hacia su habitación, dejando una vez más al azabache con ganas de más.

SCREEN || GrelliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora