Número Uno

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" ...en otras noticias: otro atentado se dio en el día de hoy en Carolina del Norte, dejando más de cien muertos..."
Apagué la radio. Me lavé la cara con agua fría, alcé mi cabeza y detuve mi vista en el espejo. Mis ojos estaban rojos, mis mejillas pálidas, al igual que mis labios, la punta de mi nariz estaba roja y me ardía de tanto sonarla. Mi estado era calamitoso.
Yo sabía que algo andaba mal, lo presentía, podía verlo casi tan claro como el agua, pero no podía demostrarlo.
Durante la noche anterior no había logrado pegar un ojo. Mi mente me torturaba con los peores pensamientos.
Camila me había llamado hacía unas horas, me dijo que por fin había podido saber el sexo del bebé y... ¡se la oía tan felíz! Por fin había quedado embarazada, después de todo lo que pasó, ella se lo merecía, y yo siempre la apoyé, siempre le decía que sería una buena madre, pero con todo esto, yo lo veía venir. Temí por ella, le advertí de lo que podría pasar, que tuviese cuidado, que no fuera sola, pero siempre me decía lo mismo "yo también soy grande ahora, puedo cuidarme sola".
Desde luego, mi intención no era sobreprotegerla ni mucho menos aterrorizarla, sólo un par de recomendaciones. Aunque ahora todo es diferente, las palabras del radio retumban en mi cabeza cual campanadas de iglesia. Otro atentado en el estado de Carolina. Ella estaba ahí, y yo acá. La culpa estaba matándome, si tan sólo le hubiese insistido más, si tan sólo la hubiese detenido, ella y su bebé no estarían allí... En Carolina.

A Través De Mi Mirada Where stories live. Discover now