capítulo 14

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La vida se trata de equivocarse, ser feliz y no ser perfecto - Emilia Plasencia

Anna iba hacia el bungalow de Anna en el Beverly Hills Hotel. El único sonido era el golpeteo de las pelotas con las raquetas de la gente que jugaba al tenis. ¿Porqué, porqué, porqué tenía que encontrarse con Ben y su nueva novia? Las imágenes invadían el cerebro de Anna. Pelo castaño, morena, estómago plano-- era lo contrario de Anna físicamente. No le podía importar. Sabía que no. ¿Entonces porqué se sentía mal?¿Que rama de masoquismo le hacía querer un chico que era malo para ella? Debería estar pensando en Adam. Habían pasado un día genial juntas.

Anna quería gritar. ¡ Y pensar que Ben había intentado recuperarla cuando ya tenía una nueva novia! ¡Qué cabrón! Cerró los ojos un momento, como si intentara apartar los pensamientos sobre Ben. Pensaría en Susan. Era mucho más fácil preocuparse por los problemas de su hermana que obsesionarse con los propios.

Susan era un enigma estos días. Era lista, probablemente incluso más lista que Anna. Susan se había graduado la cuarta de su clase. Había sido aceptada en cada universidad a la que había escrito incluyendo Harvard. Pero había elegido ir a Bowdoin en Maine para poder estudiar con un famoso historiador que enseñaba allí.

Al principio le iba genial. Luego las cosas cambiaron. De repente había dejado de ir a clase y empezó a salir con los chicos que hacían la carrera de drogas y alcohol. Se transfirió a NYU, enamorado de un guitarrista de rock-and-roll irlandés, dejó los estudios para seguir la banda del chico por un tour de bajo coste por la costa este. Y luego la relación terminó. Después de eso Susan volvió a la Avenida D, en el East Village.

Hasta el día de hoy, Anna no tenía ni idea de lo que había pasado en Bowdon que había hecho cambiar a Susan. La ponía triste. En una familia donde todos eran distantes con los demás, hubo un tiempo donde Anna y Susan compartían secretos y habían sido confidentes. Pero parecía que era hacía mucho, mucho tiempo.

Mientras Anna se aproximaba al bungalow podía oír a Wallflowers—uno de los pocos grupos de rock que podía reconocer—una señal de que Susan estaba de vuelta. Llamó a la puerta.

“¡Voy!” oyó a Susan gritar. Un poco más tarde la puerta se abrió—Susan llevaba una bata blanca que el hotel proporcionaba a todos los huéspedes y el pelo enrollado en una toalla “¡Anna! Pensaba que eras el servicio de habitaciones.”

“No, solo yo.”

“Entra, pedí suficiente para dos ¿Has comido?”

“Perritos calientes con un amigo.”

Anna entró en el bungalow, se parecía demasiado al de Noah, no podía borrar la imagen de la cabeza de él intentado seducir a sus pies. El bungalow contaba con una cocina totalmente equipada, un salón espacioso y un dormitorio con una cama de cuatros postes. A través de la puerta abierta del cuarto Anna podía ver bolsas de distintos tamaños en el suelo “¿Fuiste de compras?”

“con Cammie, fue divertido. No sé porqué no te gusta, es la caña.”

“solo ten cuidado al rededor de ella.”

Susan se encogió de hombros, se quitó la toalla de la cabeza y entro en el baño para secarse el pelo. “Piensas demasiado y te preocupas demasiado.” dijo

¿Era eso verdad? Se preguntó Anna. Probablemente. Era como si no pudiera parar el continuo monólogo de su cabeza. A veces envidiaba a las personas que simplemente podían estar.

Tres golpes en la puerta.

“Ese debe ser el servicio de habitaciones,” dijo Susan yendo a abrir la puerta.

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