Capítulo 19

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Emily Johnson

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Emily Johnson.



Moviéndome sobre la cama, desperté por causa de una molesta almohada sobre mi cabeza que no me dejaba respirar. Quitándomela de encima y arrojándola lejos de mí, bostecé, y sentándome en la cama mientras me pasaba las manos por la cara, sonreí al ver a Sebastián durmiendo plácidamente a mi lado.

Había olvidado por completo lo placentero que era dormir en una cama y no en un escritorio.

Me quité con los dedos algunas lagañas molestosas de los ojos y estirándome en la cama en busca de algo para beber, encontré en la mesita de noche lo que parecía ser los dos tazones que contenían chocolate caliente de anoche junto a un vaso de agua, la cual se encontraba tibia, sin embargo, me bebí el contenido y sonreí al ver a Sebastián comenzar a roncar a mi lado.

Por primera vez me sentía cómoda en casa ajena. Con Sebastián nos habíamos hecho muy amigos desde que nos conocimos el primer día de secundaria, parecíamos tener los mismos problemas familiares, éramos buenos en apoyarnos mutuamente en cuanto a las materias, de vez en cuando nos ayudábamos con las clases que no entendíamos. En fin, éramos muy cercanos, podría decirse que era tal la amistad que teníamos, que podría compararla al mismo nivel que mi amistad con Samantha.

Me acurruqué a su lado y sin querer salir de la cama, me envolví en aquellas agradables sábanas tibias. En eso que siento el brazo de Sebastián rodearme la cintura, me causo gracia.

Me sentía extrañada, y por primera vez podía afirmar que solamente el sentir el tacto del Señor Bieber, causaba en mi un efecto escalofriantemente agradable, en cambio ahora con Sebastián solo sentía una sensación normal, mejor dicho, no sentía nada, solo su mano sobre mi cintura.

Reí ante los estúpidos pensamientos que estaba teniendo y en eso que me río, Sebastián habla.

—Mierda. —Susurra y al voltearme a mirarlo veo como se sujeta con una mano la cabeza.— ¿Qué hora es? —Pregunta con pereza a lo que dándome vuelta completamente, nos quedamos mirándonos fijamente como unos tontos, y fue ahí cuando nos dimos cuenta de algo.

—¡Mierda! ¡¡El instituto!! —Gritamos y saliendo de la cama corrimos en busca de nuestros celulares, que extrañamente no encontramos. Saliendo de la habitación y corriendo escaleras abajo, por fin pude encontrar el mío y al ver la hora suspiré aliviada.

Trotando escaleras arriba, miré a Sebastián colocarse rápidamente un jean de una forma torpe, tanto así que cuando intentó meter la otra pierna por donde debía, el pobre cayó sobre la cama enredado con su propio pantalón para luego caer de lado al suelo.

En eso, estallo de risa apoyada en el umbral de la puerta, mientras me sostengo el estómago. Él al verme desde su posición, me fulmina con la mirada y me observa con cara de pocos amigos.

—Ja-Ja. —Ríe sarcásticamente aun estando acostado en el suelo. Una vez se levanta de un salto, me mira esperando una respuesta de mi parte, y al no responderle, me pregunta:— ¿So? ¿Qué hora es?

El Padre De Mi Mejor Amiga ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora