Capítulo 41

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—¿Qué quieres decir con eso? —le pregunto horrorizada.

Sloan se derrumba en la silla que hay a su lado y clava la vista en el suelo.

—Veréis... hace algo más de un año, participé en un concurso. Estaba destinado a los estudiantes con mejor expediente académico que además destacaran en el área tecnológica. Nos enviaron un archivo de programación en el que había un error y teníamos que solucionarlo. El premio era una beca para estudiar Ingeniería Informática. Todos los gastos pagados durante la duración de la carrera. ¿Entendéis lo que es eso?

Neo resopla.

—Mucho dinero.

—Y lo resolviste —supone Jamie.

Sloan asiente sin levantar la vista.

—Había un error de base que hacía que el archivo no se ejecutara correctamente. No era fácil de encontrar, pero yo lo hice. Envié la información y recibí su respuesta, anunciándome como ganadora. Sin embargo, días después comencé a darle vueltas a lo ocurrido. ¿Era una simple prueba para dar la beca a alguien que realmente lo mereciera o se trataba de un problema real al que ellos no habían sido capaces de encontrar solución?

Ahora entiendo.

—Lo disfrazaron de concurso para no llamar la atención y lo que hicieron fue buscar ayuda entre las mentes más capaces, ¿verdad? —resuelvo.

—Así fue. Comencé a investigar y llegué al origen del asunto. Se trataba de una actualización de software para el chip que tenemos implantado. Y yo les ayudé a solucionar un problema de ejecución. ¡Gracias a mí funciona!

Entiendo cómo se siente pero de ninguna manera es su culpa.

—No eres responsable —intenta animarla Neo—. Solo hiciste un trabajo, no sabías para qué se iba a utilizar.

—¡Pero debería haber preguntado primero! Sin embargo, me dejé llevar por la idea de conseguir esa beca, de demostrar a todos que era la mejor.

—Y por eso ahora intentas arreglarlo... —añado terminando de atar cabos.

—Exacto. Hay que conseguir que la gente reaccione. Si el Estado quiere instalar la actualización, puede hacerlo de forma remota con un simple barrido. De la noche a la mañana, podemos encontrarnos con que el chip tiene un nuevo software más moderno, que nos controlará de la forma que más le interese al Gobierno. Desde ese momento sí que no habrá forma de sublevarnos, porque si ellos quieren, nos convertirán a todos en unos zombies sin sentimientos.

—Eso sería un camino sin retorno —dice Jamie con la voz entrecortada.

—Sobre todo porque con la actualización no sé si podría desconfigurar el chip como lo hago ahora. Tendría que empezar desde cero...

Esto es más grave de lo que pensábamos.

—Hay que tomar medidas cuanto antes. No sólo tienes que borrar los nuestros, sino todos los que puedas, para asegurarnos de que si el Gobierno decide instalar el nuevo software, una parte de la resistencia al menos, estén libres de su control.

Sloan se pone de nuevo manos a la obra y en unos pocos minutos está lista. Andamos sobre nuestros pasos, hasta una parada de autobús a un par de calles y esperamos a que llegue uno que nos lleve hasta la zona residencial donde vive Hunter. El trayecto es largo y durante el tiempo que estamos expuestos, no dejamos de vigilar a nuestro alrededor.

Cuando por fin llegamos a la propiedad, apenas hemos atravesado la verja y nuestros compañeros corren hasta nosotros.

—¡Menos mal! Estáis bien —Set se dobla sobre sí mismo y apoya las manos en sus rodillas, mientras intenta recuperar la respiración por la carrera. Toda su preocupación ha desaparecido de un plumazo en el momento en el que su mirada se ha cruzado con la de Jamie.

Árboles de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora