10 trucos para influir.

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Antes de empezar, es importante tener en cuenta que ninguno de estos métodos tienen como objetivo influenciar a otras personas con oscuras intenciones. Cualquier cosa que pueda ser perjudicial para alguien de alguna manera, sobre todo en su autoestima, no se incluye aquí. Estas son formas de ganar amigos e influir sobre las personas que se utilizan la psicología en forma positiva y sin hacer que alguien se sienta mal.

1. Efecto Benjamin Franklin

Cómo lograr que alguien nos haga un favor puede tener truco, y éste es también conocido como el efecto de Benjamin Franklin. La leyenda cuenta que cuando Franklin estaba en la Asamblea Legislativa de Pennsylvania había un opositor que en alguna ocasión había hablado en su contra (Franklin no dice su nombre), alguien muy influyente. Franklin estaba muy inquieto por esta oposición y animosidad y decidió ganarse a este caballero. Lo que se le ocurrió es muy curioso e inteligente. En vez de hacer a ese señor algún favor o servicio, le indujo a que fuera el opositor el que le hiciera un favor a él, pidiéndole prestado un libro muy raro de su biblioteca. El señor en cuestión se lo prestó inmediatamente y Franklin se lo devolvió al  de una semana con una nota en la que le agradecía enormemente el favor. Cuando se volvieron a encontrar en el parlamento el caballero le habló (cosa que no había hecho antes nunca) y encima con gran educación. A partir de entonces este señor estuvo siempre dispuesto a ayudar a Franklin y se hicieron grandes amigos, una amistad que continuó hasta su muerte. Este hecho demuestra la verdad de una máxima que Franklin había aprendido de pequeño que dice: “Es más probable que te haga otro favor alguien que ya te ha hecho uno previo que no uno que te lo debe a ti”.

Hay otro ejemplo muy ilustrativo de este fenómeno en los hermanos Karamazov de Dostoiewsky. Fyodor Pavlovitch recuerda cómo una vez en el pasado le preguntaron por qué había odiado tanto a una persona. Y él les respondió: “Os lo diré. No me ha hecho ningún daño. Yo me porté muy suciamente con él una vez y desde entonces le he odiado”. Lo mismo que en estos ejemplos obtenemos un círculo vicioso, el efecto Benjamin Franklin demuestra que también es posible generar círculos virtuosos.

Los científicos decidieron probar esta teoría y encontraron que aquellos a los que el investigador les solicitó un favor personal, hicieron valoraciones mucho más favorables sobre el mismo que los otros grupos. Puede parecer contradictorio, ya que el sentido común nos dice que hacemos favores a la gente que nos gusta y fastidiamos a aquellos a los que no nos agradan. Pero la realidad parece ser que tendemos a que nos guste la gente con la que somos amables y a que nos disguste la gente con la que somos rudos o nos portamos mal nosotros.

2. Pedir demasiado

El truco consiste en pedir en un primer momento mucho más de lo que queremos o necesitamos, para rebajar nuestra solicitud posteriormente. Se empieza por lanzar una petición realmente exagerada a alguien, una solicitud lo más probable será rechazada. A continuación, se vuelve poco después y se pregunta por algo mucho menos desorbitado, que en realidad es lo que realmente queríamos en un primer lugar. Este truco también puede sonar contra-intuitivo, pero la idea detrás de esto es que la persona se siente mal por negarse nuestra primera solicitud, a pesar de que no era razonable, por lo que cuando se pide algo razonable, se sentirá más obligado a ayudar en esta ocasión.

3. El nombre propio

Utilizar el nombre propio de una persona o de su título, según sea la situación, es otra herramienta para ganar la confianza. Dale Carnegie, autor de “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, explica que el uso de nombre de alguien resulta increíblemente importante y eficaz para lograr una amistad. Se dice que el nombre de una persona es el sonido más dulce en cualquier idioma para esa persona. El nombre es la parte fundamental de nuestra identidad, de modo que, escucharlo que valida nuestra existencia y nos inclina a tener sentimientos más positivos acerca de la persona que nos valida. El uso de un título o un apodo, también puede tener efectos muy fuertes. Esto puede ser tan simple como llamar a un conocido y llamarle “amigo” o “compañero” cada vez que lo vemos, o referirnos a una persona con la que deseamos trabajar o seguir trabajando como “jefe”, aunque esto pueda parecer algo cursi, en la práctica funciona.

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