Me gusta verte dormir | M. YG; K. SJ

XIX

-¡Ah! ¡No! ¡Ah! ¡Detente! ¡Aaah!

-No, hyung. No me voy a detener. ¿Más fuerte?

-Jung... JungKookie, ¡ah! ¡Por favor!

-Quería probarme, ¿no, hyung?

-¡JungKook! ¡Jin! ¡Ya cállense!- Les tomé las manos bruscamente e hice que JungKook soltara la tuya.-¿Por qué rayos gritan ahora?

-Jin hyung dijo que no aprieto fuerte.

-¡Soy mayor que tú! ¡Debes parar cuando te lo digo! Me has lastimado la mano, niño tonto.

    Recuerdo haber soltado la mano de JungKook, la tuya sigue sobre la mía. Está roja. Comienzo a masajearla. Vaya pretexto he encontrado para tener contacto contigo. -¿Y por eso tanto escándalo?- Me siento a tu lado mientras sigo pasando mis dedos con suavidad por tu mano-.

    -¡Es su culpa! Se cree mucho por ser el más fuerte.-Lo señalas con tu mano libre.-

    -Es su culpa por dudar de mi fuerza.-El tono de superioridad que usa JungKook y tu mirada fingiendo estar muy molesto me hace reír.-

     -¡Tú qué te ríes!-Quitas tus mano de entre las mías. Es cuando me doy cuenta de que habíamos entrelazado los dedos.-

     JungKook que parece haber terminado de molestar a Jin, se va. Estamos solos en el sillón, muy cerca. Me quedo viendo tu rostro rojo aún por el esfuerzo hecho anteriormente. Ves tu mano mientras maldices en voz baja, recargo mi cabeza en tu hombro y siento mi corazón acelerarse un poco.

    -No te pasó nada, no exageres.-Tomo tu mano nuevamente y no puedo evitarlo, entrelazo mis dedos con los tuyos otra vez.-Por como gritabas creí que te estaban matando.

    -Comenzamos a discutir porque me dijo viejo, no sé cómo terminamos así.-Ríes y sueltas mi mano.-Ya no me duele, gracias.-Mi cabeza choca con el sillón cuando te levantas.-¡Dejé la comida a fuego alto!-Sales corriendo a la cocina y no puedo evitar, la cercanía de hace un momento y tu dramatismo me hacen sonreír.

    Por la noche espero a que duermas, te beso, me quedo mirándote un rato más. Me asusto cuando veo que abres los ojos un poco al momento que voy a besarte por última vez hoy, sonríes y vuelves a cerrarlos. Permanezco inmóvil, no sé qué hacer. No sé si lo que vi fue real. Decido no volver a tocarte por hoy. Con las piernas temblando y mi pálido rostro completamente rojo y caliente, corro a mi cama.