Capítulo 6: TODOS NOS OLVIDAREMOS, ALGÚN DÍA

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Cuando Aswimi salió del hospital, se quiso venir a vivir con nosotros y guardar reposo en la casa, así que le asignamos una habitación para ella sola. Pasaron algunas semanas y Aswimi ya se había mejorado de aquel golpe.

Para esos días, a Anoki le entraron las ganas de hacer algo diferente que nos incluyera a todos. En resumen, fuimos a jugar bolos al centro de La Ciudad. Aquella noche, había mucha gente por las calles, sobre todo niños, corrían de un lado a otro tal vez por el parque de diversiones que estaba cerca al salón de bolos.

Nos dividimos para un desafío en parejas, Anoki se fue con Charlie, Aswimi con Matías y Karen se quedó conmigo. El equipo Aswimi llevaba la delantera. Sinceramente, no me sorprendió que Matías tuviera una gran conexión con ella, porque él, es un caso especial. Tampoco me sorprendió ver que al rato, ya todos estaban chocándose los cinco, porque de alguna u otra manera, ella era una más de nosotros.

No sé si eran ideas mías, pero creo que ella me empezaba a gustar. Por su manera de hablar, su forma de expresarse, se veía como una chica muy inteligente y delicada, todo en ella me atraía. La vi muy feliz esa noche que me transmitió la misma energía, hacía mucho no me sentía tan bien por alguien.

Me causaba gracia ver que se sonrojaba y se tapaba la cara cada vez que en su lanzamiento no lograba derribar un pino, y Anoki se dio cuenta de ello...

—Te la estás pasando muy bien...—dijo picaresca codeándome la costilla.

—Mmm... ¡Jajaja!

—Es linda... —admitió.

—¿Te parece?

—¡Por supuesto! —me dijo—. Creí que era una amargada... Me cae muy bien, además que me gusta su cabello, es tan...—lo pensó.

—Rosado...—concordamos al tiempo como tontos.

—¡Exacto! —exclamó—. Y eso la hace muy... no lo sé.

Miré a Anoki con los ojos entrecerrados y luego volteé a observar de nuevo el cabello de Aswimi.

—¿Puedo hablar contigo en privado? —me preguntaba.

—¡Por supuesto! Dime.

—¡Les toca!—gritó Karen desde la zona de tiros.

—Pero... no aquí—me susurró preocupada y supe que necesitaba salir de algo.

Fue difícil conocer con exactitud a Anoki, porque ella hablaba por montones a veces pero nunca sobre ella, de lo que sí estuve seguro es que si algo le rondaba en la cabeza, era fácil notarlo porque no la escuchábamos hablar durante horas, incluso se perdía durante días. Luego, cuando regresaba a casa, volvía a la normalidad y eso significaba que ya alguien le había escuchado lo que la acongojaba. Eran raras veces en las que me decía que necesitaba hablar conmigo.

—Salgamos a caminar un rato—pidió.

Al principio, alejarme no me pareció buena idea por el hecho de que Aswimi estaba feliz y me hacía bien verla, y el salir del estante solo me deprimía por el hecho de vivir en una Ciudad con una energía tan triste, tan pésima.

Sin embargo, la acompañé porque eso es lo que hacen los amigos... ¿no?

—Tony, te quiero confesar algo... —dijo.

—Te escucho.

—Ya sabes que Charlie y yo llevamos saliendo hace meses...

—Mmm...—asentí con la cabeza.

—Yo quiero ser su novia, y no sé por qué no me lo ha pedido—pareció más bien preguntárselo a sí misma, y luego volteó a para verme a los ojos—¿Crees que debería proponérselo yo?

—Mmm... —pensaba qué decirle, pero no se me ocurría nada en lo absoluto.

—Bueno, no importa...—continuó—. Tú que eres hombre... ¿Crees que él va a pedirlo algún día?

Lo pensé por un instante, y la observé directamente a los ojos.

—Yo creo que sí Anoki—le dije y me sonrió con cierta timidez que me hizo sonrojar—. Solo debes ser paciente.

Le dije que debíamos regresar antes de que empezaran a preocuparse por estar ausentes, pero antes de eso me dijo algo que me puso a pensar mucho.

—Tony, ¿te puedo preguntar algo más?

—Sí, claro.

—Buscaré la forma de irme de la ciudad pronto, Tony—admitió.

—¿Por qué? ¿Cómo así?—pregunté preocupado.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos?

—Mmmju.

—Ese día no quería saber de mí. Pero desde hace algún tiempo, llevo pensando en que quiero buscar mis raíces... Quiero irme a mi país y saber de mi familia, y tengo miedo por Charlie...—confesó pensativa.

—¿Por qué? —pregunté—. ¡No, tú no te puedes ir y dejarme aquí, Anoki!—le hice saber.

—Tony, pero yo pienso volver... —guardó silencio un instante—. Me gusta él, me gusta La Ciudad, de hecho siento que es linda y me he acostumbrado a sus... «prum»—admitió agitando los puños para simular una vibración—. Por otro lado, te tengo a ti, ¿no?

—Sí, pero... ¿Y por qué te preocupa Charlie?—pregunté.

—Porque tengo miedo... —le tembló la voz—. ¿Tú crees que él se olvide de mi cuando yo me vaya?

—No... no lo sé, Anoki—sentí tragar entero antes de responderle—, todos nos olvidaremos, algún día.

—¿Tú crees?—preguntó.

Mientras yo balbuceaba en responderle algo, un niño se había caído justo enfrente de nosotros y se había partido la boca contra el pavimento. Intenté socorrerlo, pero una mujer apareció de la nada en vez de levantarlo del piso, lo arrastró para alejarlo, de nosotros.

—¡Oigaaa!—le gritó Anoki—. ¡¿Qué le pasa?!

—¡Nooo!—dijo la mujer llorando a gritos mientras se alejaba sosteniendo al niño por sus pequeños brazos—¡No!, ¡Noo! —repetía desesperada.

Estábamos en shock, el niño que parecía tener unos seis años aproximadamente lloraba a gritos por su piernita, mientras su madre, reflejaba una angustia indescriptible en sus ojos al verlo así. Ella luego se volteó hacia nosotros y una mirada bastó para determinar que nunca nos observó, porque sea lo que fuese a lo que le estaba huyendo con tanto horror, se encontraba detrás de nosotros.

Anoki y yo, inmediatamente nos dimos la vuelta para ver de qué se trataba, pero no había absolutamente nada. Fijamos la atención nuevamente a la mujer y a su hijo, pero la tierra pareció habérselos tragado. Lo único que podía observarse era la sangre del niño que, en el pavimento, aún seguía estando fresca.


— ''El Escritor''

La Perdimos en La CiudadWhere stories live. Discover now