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En ese día, Seokjin había asistido a la escuela después de faltar una semana entera. La inseguridad de estar en su hogar lo consumía.

Él no lo sabía, pero cuando estaba en clase con sus amigos se sentía un tanto protegido, sus temores desaparecían de forma repentina en una fracción de segundo, como si de un hechizo se tratase. Un calor fraternal lo rodeaba al sentirse a gusto en compañía de aquellos chicos, los terribles y horrorosos pensamientos que inundaban siempre su cabeza desvanecían por unos instantes.

Estaban en clases de matemáticas cuando Seokjin se había dormido en clases colapsando su cansancio. Era imposible aguantar tanto tiempo sin dormir, descansar era fundamental para una vida sana. Sus ojeras muy marcadas, rostro pálido y cansado, cuerpo flaco y débil.

Namjoon, que estaba en el asiento de a lado, le acariciaba suavemente el cabello proporcionando calidez y protección al mayor. Ellos dos, en los asientos de atrás del todo, intentando pasar desapercibidos del profesor que estaba explicando nueva materia.

En esos momentos eran los únicos que aprovechaba para saciar esa necesidad primaria. No quería morir por el simple hecho de tener fobia a dormir.

El menor al notar que su hyung temblaba ligeramente por el clima un tanto frío de aquel día, se quitó su propia chaqueta y se la puso cubriendo su espalda. Le acarició sus cabellos revoloteados y notó la respiración se volvía más calmada bajo su toque. Sonrió por lo bajo al percibir eso.

—Hyung... —Susurró poniéndole un mechón detrás de la oreja.

El tiempo pasaba lento y las explicaciones de aquel señor profesor eran demasiadas aburridas. Por lo menos era distraído y no se daba cuenta de que algunos de sus alumnos se habían dormido en medio de sus largas explicaciones.

—Hyung, despierta —susurró Jimin que estaba al otro lado del asiento— las clases han terminado, es hora de volver a casa.

El nombrado abrió los ojos poco a poco y se sobó la cabeza, somnoliento por su corta siesta que tuvo hace un momento. Agarró su mochila y se dispuso a ir a su hogar tranquilamente. Pero antes de que cruzara la puerta, alguien lo agarró del brazo.

Se volteó alterado, pero al ver que esa solo Namjoon, relajó sus facciones y le sonrió.

—¿Quieres que vaya contigo a tu casa? —Preguntó el menor entrelazando sus dedos en las manos de Jin.

Él asintió emocionado, aquel dongsaeng era la única persona que lo hacía sentir de manera extrañamente diferente. Le agradaba la sensación de seguridad que le otorgaba su compañía.

Esperaba que aquélla tarde fuera una tranquila. Quería disfrutar lo poco que le quedaba de vida.

somniphobia »namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora