Somos Gatos y del Getafe B.

Alguien me puede vender algo mejor que la indiferencia que te causa perder el tiempo a final de curso. No se que especie de magia negra tienen los Gatos y el Getafe B, que cuando estoy sentado ahí un perro me ladra y me muerde. Tampoco me he puesto a pensar en su género pero me parece divertido siempre que estoy con él, no se si tiene amo, tampoco tiene pinta de que se rija por unas reglas. A veces creo que la libertad que tengo en mi mente, la tiene él en su vida diaria, no lleva correa, no tiene religión y consigue su propia comida.

En verdad el perro, no creo que albergue preocupaciones pero siempre que estoy sentado en el mismo sitio me gusta acariciar sus orejas y que me de lametones, hay algo misterioso que siempre encontraré en ese sitio después de tomarme un chocolate caliente. El tiempo que paso ahí no es penuria, no es malo, no es negativo, es algo que acepto con gusto y no me abruma el sentimiento de la soledad, no se si con ese momento me siento tan vivo como recién dormido y aprovechando la noche en mi mente cuando nadie me molesta. Ojalá pasarme el día, con el tiempo parado, haciendo de momentos eternas las situaciones que más merecen la pena, no quiero echar de menos a ese magnífico animal, no mueras, porque la dependencia, la cordura habida en este mundo es ese tú y lo sencillas que son las cosas cuando algo lo hace liviano.

Sencillo y en silencio, el perro me sonríe, es tarde, no quiere nada a cambio, es una relación simbiótica, no hace falta decir que me planteo si la próxima vez, volverá o algún ser humano le habrá vuelto a privar de su libertad.