Capítulo 2

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5:50 p.m.

– Wo wo wo Para un poco ¿Qué dices? –Kenny salió por completo de su casa cerrando la puerta pues sus padres comenzaron a discutir de nuevo– ¿Qué sucedió? –

    Caminaron para comenzar a alejarse de la casa y dejar los gritos atrás. Tweek no contestaba las preguntas que le hicieron, seguía en silencio mirando el suelo y a pesar de que Kenny no podía verle el rostro por el cabello y el ángulo en que se encontraba sabía que en efecto su amigo continuaba sollozando.    

– Lo perdí... –El rubio menor no había soportado más

– ¿A quién? Explícame un poco –Puso una mano en su hombro pero este no reaccionaba para nada, sus hipidos incrementaron y comenzó a escurrir por la nariz, no insistió, lo abrazó y lo empezó a guiar hasta la casa Tweak.    

    El camino hubiera estado hundido en silencio pero gracias a los ruidos de Tweek esto no ocurrió -Constantemente los hacia cuando sorbía los mocos para que no salieran a la vista-. 

    Por fin divisaron aquella morada y sin perder segundos entraron, ya eran las seis y media de la tarde y el frío como todos los días se hacía más fuerte cuando se ocultaba el sol. Los padres del lloroso estarían en la cafetería como siempre. Subieron hasta su cuarto en el cual él simplemente se arrojó a su cama llorando con más fuerza tanto que hasta le dolió la cabeza.

    Kenny no estaba seguro que había pasado pero supuso que algo fuerte como para que estuviera en ese estado. Estaba por sentarse en una lateral de la cama cuando en esos instantes Tweek se levantó y dirigió al cuarto de baño. Tardó unos pocos minutos pero ya salía más calmado y con la cara lavada.    

– ¿Me contaras que paso?... Pero sin llorar –Volvió a pedir McCormick

– Fue Craig... –Aspiró un poco de moco – Él... él ya no... ¡Agh! –Y de nuevo las lágrimas salían sin su permiso    

    Kenny suspiró, le abrazó y pacientemente esperó a que su amigo estuviera más calmado. Acarició sus hombros en gesto de compasión, le decía palabras de aliento tratando de mejorar la situación pero estas sólo hacían que empeorara. Entre descansos de llorar y querer contar lo que pasó el tiempo se paso demasiado rápido. Se separaron cuando los señores Tweak hicieron notar su presencia. Tweek checó el reloj que se encontraba en la pared, eran las ocho de la noche ¿Tanto tiempo estuvo lloriqueando?    

– ¡Tweek! ¡Ya estamos en casa! ¡Te trajimos un café! –Esa era la madre

– ¡Baja para que lo pruebes! ¡Es una nueva inversión! –Su padre sonaba muy emocionado

     Tweek no respondió a su progenitores pero murmuró:

– ¿Qué harán aquí tan temprano? –

– ¡¿Tweek?! –Volvieron a llamar un poco más alto

– Vamos contéstales o se preocuparan –El rubio mayor lo animó

– ¡No tengo ganas! –Gritó sorprendiendo a todos

     ¿Tweek? ¿No queriendo un café? Eso sí estaba grave.

     Dos horas pasaron, ya eran las diez de la noche y por fin había logrado calmarse del todo, se encontraba tomando el café que le había ofrecido su padre con anterioridad, posteriormente Kenny le cuestionó la que esperaba que fuera la última vez.

– ¿Y entonces... –Preguntó no muy seguro pues las últimas tres veces habían terminado de la misma manera un rubio llorando sin siquiera poder mencionar palabra alguna.

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