Insinuación

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(MINHO)

Rugido. A duras penas ahogó el sonido, Minho podría matar tranquila y felizmente al camarero que se aclaró la garganta e interrumpió su beso con Key.

-¿Están listos para pedir?

Listo para darte una paliza. Separando sus labios de los de Key, Minho miró al joven que estaba a su lado de la mesa, con una libreta  en la mano.

Junto a él, Key jadeó en voz baja, viéndose demasiado precioso, con sus mejillas sonrosadas, ojos brillantes y labios hinchados, Key se recuperó más rápido de lo que le hubiese gustado.

- Me gustaría un Martini por favor, uno grande. Voy a empezar con una ensalada César, con extra de ajo, patatas asadas, y un chuletón de 350 gramos. Mientras pedía, ignorándolo cuidadosamente, Minho se recostó contra el asiento de cuero sintético, pasó un brazo por encima del hombro, en un gesto posesivo que iba en contra del discurso que le había dado a Key antes.

Sí, podría haber declarado que no quería nada permanente, no necesitaba el dolor de cabeza que le producirían las expectativas de una relación estable, tales como que tuviese que llegar a tiempo o comprar regalos, a veces un hombre sólo quería algo sencillo y sin complicaciones, a veces, sólo quería sexo. En este caso, él realmente quería que Key fuese su amante, el problema era que una parte de él, una parte pequeña, posiblemente quería algo más que tenerlo desnudo en su cama.

Mantenerlo.

Totalmente loco y en contra de todo lo que sabía, todo lo que le habían enseñado, Minho sabía lo que su manada le pediría que hiciese, las mujeres por lo menos, le dirían que terminara con él, ahora. Sólo ponerse de pie y alejarse, reforzar su creencia de que era un idiota arrogante.

Lo era, y con cualquier otra persona, lo hubiera hecho, pero era Key, y , por alguna razón, Key era diferente, le intrigaban las diversas capas que tenía.

Debes conocer sus secretos, tenía que encontrar la forma de atravesar sus escudos, que estaban totalmente alzados en ese momento, sentado allí, recatado e inocente con las manos entrelazadas sobre el regazo, intentando fingir que no se habían besado.

Dejó que sus dedos acariciasen su nuca, y Key se estremeció, incapaz de ocultar su reacción ante él.

- Y usted, señor ¿Qué va a pedir?

¿Seguía ahí ese idiota, arruinando sus agradables pensamientos? - Voy a pedir lo mismo que él, doble ración. 
Palabras mágicas que hicieron que el camarero finalmente se alejase.

- ¿Dónde estábamos?  Él ronroneó las palabras, algo que su forma de león no podía hacer, sin embargo, no te equivoques, este no era el ronroneo de satisfacción de un gato doméstico cuando consigue un regalo, era el ronroneo de un depredador halagando a su conquista. Lo hacía tan bien, que Key se escabulló y fingió indiferencia.

- Entonces ¿Qué piensas de la decoración?

Madera, mucha, y él no se refería sólo a las paredes.

-Creo que estás evitando lo que acaba de suceder, creo que deberíamos hablar de ello.

-¿Hablar de qué? No fue para tanto. Me besaste.

- Fue más que un beso.

- Si tú lo dices. Mientras respondía, continuó ignorándolo cuidadosamente.

Tan terco, se quedó en silencio y lo miró, sabiendo que no faltaba mucho para que se volviese loco.

Tardó más de lo esperado, pero finalmente le espetó.

- ¿Qué es lo que quieres de mí?
- Pensé que lo había dejado claro. Tú, yo, algún lugar privado.

Inclinando la cabeza, le miró, con los labios fruncidos.

- Eres muy obstinado.

- Lo sé ¿Continuamos enumerando mis atributos? como guapo, impresionante, gracioso.

- No eres tan divertido.

- Dice el doncel que estaba resoplando hace un momento.

-Engreído.

-Esa no cuenta.

- No, pero chiflado sí.

- También soy buen amante.

Él sonrió mientras Key rodaba los ojos.

- Santo cielo, no vas a dejar de intentar seducirme hasta que consigas lo que quieres, ¿Verdad?

- No, declaró con firmeza.

Key dejó escapar un profundo suspiro.

- Está bien.

- ¿Qué quieres decir con "está bien"?

- Vamos a cenar y luego tendremos sexo, pero no tardes demasiado en follar y gruñir, tengo que trabajar por la mañana, y voy a necesitar una ducha.

Eso no sonaba exactamente seductor, él frunció el ceño. 

- Haces que suene como si fuese un trabajo.

Key inclinó la cabeza hacia un lado para que pudiera sonreír con la mirada.

- Supongo que eso depende de quién esté haciendo todo el trabajo, en este caso, ese serías tú. Así que es mejor que lo hagas bien, o por mucho que mendigues o pongas grandes ojos suplicantes no conseguirás otra oportunidad.

¿Mendigar? ¿Pensaba que él iba a rogarle? Su piel se arrugó, se deslizó de nuevo en su asiento frente a él para poder leer mejor su expresión. Key, por supuesto, entendió mal su movimiento estratégico.

- ¿He pinchado el ego de alguien?

- Vamos a ver quién pincha a quién. Murmuró ominosamente.

Key captó la insinuación, el rubor que brillaba en sus mejillas hizo que volviese algo de su arrogancia.

Key no es el único que se podía burlar verbalmente, pero hizo que comer fuese una forma totalmente nueva de tortura. 

Dulce EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora