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Axl Rose era el chico más rebelde y sensual que Emma había conocido. Hasta ahora.

Su cabello lacio y pelirrojo le llegaba por debajo de los hombros. Sus grandes ojos verdes siempre poseían cierto brillo en ellos. Era de estatura mediana, un poco más bajo que Izzy. No tenía buena fama con los profesores y era denominado el rompecorazones más hermoso que alguien podría conocer jamás. Con su chaqueta de cuero desgastada y sus pantalones ajustados, hacía que cualquier chica sucumbiera a sus encantos, incluso Emma.

No podía negar que le había dedicado varias miradas en toda su estadía en el colegio y que le parecía más que atractivo, pero ahora, estaba formulándose varias preguntas y una era, por qué a ella.

Giró su cabeza lentamente, aún con el trozo de tela nublándole la vista. Un temblor se adueñó de su labio inferior y sintió la respiración de su acompañante a centímetros de su rostro. Con sus manos, desató el pequeño nudo y descubrió sus ojos cerrados. Sonrió al ver su rostro angelical ponerse de un color rosa pálido mientras sonreía levemente.

Emma estaba más que encantada con todo eso, aunque fuese un poco ¿extraño? Ni en sus más locos sueños se le cruzó por la cabeza que un chico como él, como Axl Rose, podría haberse fijado en ella y eso, le hacia desconfiar. Había leído muchísimos libros de páginas amarillentas con la típica historia cliché del chico malo y la chica buena. Pero de ahí a que sucediera en la realidad y más a ella, jamás.

-Axl… -abrió sus ojos de golpe.

-Emma –acarició su mejilla, acercándose más a ella.

Hasta ese entonces, ella nunca había besado. ¿Será que Axl iba a ser el primero?

                                                           [***]

Afinando su guitarra y con el estéreo a todo lo que daba, Izzy no podía poner en orden sus pensamientos. Para qué negarlo, estaba celoso pero ¿por qué? Emma era su amiga, está bien. Cualquier amigo tiene derecho a celar a otro pero esto iba más allá de celos por amistad. Un chillido puso su atención en otra cosa. Había roto una cuerda del instrumento entre sus manos.

-Tiene que ser una broma –murmuró, fastidiado.

Se puso de pie. Tomó una caja dentro de su cómoda esperando encontrar lo que necesitaba pero los repuestos se habían acabado. Frunció el ceño y se calzó los zapatos. Tomó el sobretodo negro, una cajetilla de cigarros y salió camino hacia el centro del pueblo.

                                                            [***]

-Bestia –saludó su amigo detrás del mostrador.

-Qué hay Slash –apoyó todo el peso de su cuerpo en el mueble de madera- Necesito cuerdas.

El peli-rulos asintió y entró al despacho de la tienda. Izzy se entretuvo mirando su alrededor, distraído.

-¿Necesitas ayuda, cariño? –una voz femenina exclamó a sus espaldas.

Se dio vuelta, subiendo las cejas. Una rubia alta, tacones aguja, shorts negros y la remera con el logo de la tienda le sonreía coqueta. “Jenna”, leyó en una pequeña tarjeta del lado izquierdo de su pecho. Jenna… ¿acaso no era…?

-Amigo, aquí tienes las cuerdas –Slash apartó el abundante cabello de su cara- son… ocho con setenta y cinco –lo miró con una sonrisa, como si estuviera aprobando la mirada que le había dado la chica.

-Eh, ah si –sacudió la cabeza- aquí tienes, nos vemos –caminó hacia la salida sin tomarle atención a Jenna que fruncía el ceño, enojada. Nadie la ignoraba, y menos un tipo como él.

En el trayecto a su hogar, decidió pasar por la casa de Emma. Golpeó la puerta varias veces y a la quinta, escuchó un ruido proveniente de arriba.  La pelirroja le sonreía emocionada, haciéndole sonreír a él también. Le encantaba verla feliz, eso no podía negarlo.

                                                         [***]

-¿Cómo te fue? –embozó una sonrisa, viéndole desde la cama.

-¡Es Axl Rose! ¡¿Puedes creerlo?! –gritó eufórica.

Soltó una melodiosa risa. Parecía tan feliz.

-¿Y qué paso?

-¡Me invitó a salir! –se tiró en la cama junto a él- ¡Izzy, él me invitó a salir! –lo tomó de los hombros, sacudiéndolo.

-Bien, creo que entendí –volvió a reír- sin embargo… pareces preocupada –torció los labios en una mueca.

Emma suspiró.

-Izzy… -susurró- Axl besa a las chicas en la primera cita –bajó la mirada.

-Si ¿y…?

-Yo no sé besar –negó levemente.

Le miró atónito. ¿Qué estaba tratando de decir?

-Entonces tú…

-¿M…e podrías… enseñar? –masculló mirándole a los ojos.

Enseñarle a tocar la guitarra era una cosa. Pero… ¿qué haría ahora?

Ayúdame |Izzy Stradlin|Where stories live. Discover now