Te encuentras en tu oficina respondiendo correos mientras tu asistente (y mejor amiga) llega corriendo.
— Tu "peor pesadilla" llegó — Ella se sentó frente a ti y rodaste los ojos.
— ¡Buenos días, señoritas! Escuché por ahí que me extrañaron mucho así que ya llegó su amor, ¿cómo estamos el día de hoy, Lili? — Ella sólo lo veía con ganas de reírse y tú no podías mirarlo con otra cara que no fuera una molesta — ¿(t/n)? ¿No? ¿Nada? Vaya... qué apagadas, niñas
— Siéntate por favor, hay que discutir lo de la reunión que convocaste el día de hoy — Lo miré mientras él no podía dejar de sonreír.
Él siempre estaba feliz y radiante y tú si eras radiante pero tu felicidad la ocultabas, Ian siempre trataba de hacerte sonreír y eso te gustaba mucho. Él te gustaba mucho. Llevaban dos años como compañeros de trabajo y siempre hubo esa atracción, según Lili, estando ustedes juntos había mucha tensión sexual en el aire, pero siempre se lo negabas ya que no querías perder esa amistad con Ian, que a pesar de que siempre lo estés regañando por ser un poco infantil, era muy buena para ti.
— Oh sí, ¡conseguí un nuevo cliente! ¿Y adivina qué? Es una gran compañía que está dispuesta a pagarnos lo que pidamos por hacer toda su publicidad durante 1 año, ¿qué te parece eso (t/n)? — Sus ojos azules brillaban más intenso hoy que cualquier otro día — Por eso convoqué una junta, para que nos autoricen empezar con esto ya.
— ¿Ya? Pero si acabas de llegar de Florida, ¿no quieres descansar? — Dijiste con pereza, todo estaba tan tranquilo mientras él se fue de viaje, tenías todo bajo control.
— ¿Por qué eres así? ¿Apoco no me extrañaste? — Mencionó mientras por el rabillo del ojo notaste a Lili sonriendo.
— Claro que te extrañó — Lili mencionó mientras el ojiazul reía.
— Ustedes dos... — Suspiraste
— Lili, ¿porqué no me dejas a solas con mi panquecito? Tiene que darme mi bienvenida — Te dejaste caer en el escritorio, sintiéndote completamente sonrojada mientras él y Lili reían. Escuchaste la puerta cerrarse y te levantaste.
— ¿Porqué eres tú así? Ves que cada que estamos juntos comienza a decirnos cosas y tú sólo le das motivos.
Ian se levantó de la silla y se recargó en el escritorio frente a ti cruzando sus brazos, mientras tú cruzaste las piernas y lo miraste. Ambos sonrieron.
— Vamos nena, no me digas que ella es la que se hace ilusiones con esto
— ¿Qué "esto"? Perdón pero ya no te sigo. — Te hiciste la desentendida.
— Pastelito... — Te tendió la mano para que te pusieras de pie y así lo hiciste, recargándote en el buró que estaba detrás de ti, quedando frente a él. Se acercó demasiado a ti, quedando a centímetros, pero no te moviste. — ¿Tan feo estoy?
Aquí vamos.
— Un poco, sí
— ¿No te atraigo? — Inmediatamente negaste con la cabeza, haciéndolo sonreír.
— Nada
— Entonces si te beso, ¿sólo sería eso? un beso y ya — Tomó tus caderas pero no hiciste ningún movimiento.
— Si me besas tus pelotas van a terminar rodando por el suelo — Amenazaste pero él sólo soltó una carcajada.
— Tú me gustas, yo te gusto, y sabemos esto desde hace dos años, ¿porqué lo haces tan difícil, (t/n)?
— No sé de que estás hablando, tenemos mucho trabajo que hacer — Estabas a punto de moverte cuando sus manos hicieron fuerza en tus caderas, no podías salir de ahí. — ¿Porqué estás así? Nunca habías dicho nada más que insinuaciones en broma, ¿porqué de repente quieres saber qué siento?
— Digamos que tuve una conversación con un pájarito muy chismoso. Dime que no te gusto y te dejo ir. Así de simple. — Su agarre suavizó pero no mucho.
— Ian por favor...
— Sólo dilo
Batallaste para decirlo, incluso tardaste un par de segundos más — No me gustas
Al fin dejó tu cintura en paz. Apenas diste un paso y tomó tu brazo en un fuerte agarre y cuando te volteó estampó sus labios contra los tuyos, fundiéndose en un beso apasionado que te dejó sin aliento al pasar los minutos.
— Sí que eres mi pesadilla — Dijiste sólo para volver a tomar su cara y besarlo de nuevo.
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