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No era que le molestara especialmente el hecho de estar con sus amigos y antiguos compañeros de escuela durante un rato. Tampoco el hecho de que en ese momento todos parecieran jodidos mosquitos en sus oídos, unos que el se moría de las ganas por aplastar y machacar. Ni siquiera que hubiera sido, prácticamente, arrastrado a su propia camioneta y despojado de las llaves de esta impidiéndole por lo menos conducir su propio automóvil; aunque siendo sinceros, el hubiera dado la vuelta y llevado de regreso a sus casas a los estúpidos jóvenes que ahora estaban montados en su auto y teniendo una pelea sobre porqué shippear a Leia y Luke era terriblemente malo e inmoral. Claro que no los hubiera dejado irse sin una mega tunda nivel Iwaizumi, pero se recuperarían del shock.

Era, mejor dicho, porque estaban en camino a arruinar una boda.

Cuando Kindaichi llegó con Oikawa e Iwaizumi (siendo que él vivía en otra perfectura, bastantes kilómetros alejados de esa ciudad que era su hogar) para contarles que recién se había dado cuenta de los sentimientos, bastante evidentes; que tenía por Kunimi Akira. Y estaba increíblemente shockeado por ello, porque según él siempre había sido del tipo al que le gustaban las chicas, pero últimamente se daba cuenta de que la expresión falta de emociones de Kunimi lo fastidiaba de tal manera que siempre que lo veía le daban ganas de hacerle cosquillas, aunque no le sorprendería que Akira solo se sacudiera un poco sin siquiera resoplar y le pellizcara en los muslos para hacerlo detenerse.

Y en uno de esos días en los que Yutaro estaba especialmente emocional, como cuando se le acababa el gel para el cabello y tenía que salir de casa sin su típico peinado "sofisticado", o se encontraba con Tobio y tenían una escenita digna de manga shojo en el que el protagonista se encuentra con su ex de secundaria, uno de esos días en los que lo que probaba le sabía a leche agria. En uno de esos, se dió cuenta de que ese día había durado toda una semana, sin entender porqué, pero estaba de un genio de mírame y no me toques que te reviento hasta los granos.

No era por una razón en particular, sino por alguien en particular.

No hacía mucho que Kunimi se consiguió una novia, y aunque nunca le había agradado mucho aquella muchacha, ahora que se daba cuenta, no era que la mala yuyu le hiciera ver a Yukie (ese era su nombre) increíblemente irritante casi al mismo nivel de Tobio, Yukie era quien le hacia tener mala yuyu. Su cabello chocolate, sus mejillas siempre sonrojadas, sus manos de princesa, sus faldas coreanas, su voz agudita y sus pestañas kilométricas lo hacían sentirse inferior. ¿Por qué lo hacían sentirse inferior?

Pues la respuesta ya debe ser simple para ti y para mi, pero no para nuestro buen amigo el nabo.

Ahora resultaba que Kunimi había decidido casarse con Yukie ¡Hazme el puto favor!, a lo mucho se conocían desde hace diez meses, de los cuales solo ocho habían sido de noviazgo. Por alguna razón todo esto le hacía sentirse traicionado, lo menos prometedor es que no era del tipo de desepción en la que dices "no te atrevas a dejarme solo en mis pedas", sino una mucho más seria.

Tras una conversación con su madre, una muy incomoda con Iwaizumi, a quien consideraba su segundo padre, y sobre todo consigo mismo; logró reunir todas las piezas que formaban sus dispersos pensamientos.

Y pues nada, Akira le gusta.

Y también le excita, pero esa es otra historia.

Lo mejor que se le ocurrió fue tomar su mochila, dinero y un autobús directo a la casa de su segundo padre. Ya que ahora que entiende sus sentimientos hacia ese poker face andante no puede verlo, porque le da tanta vergüenza. A pesar de que Kunimi le dijo que había escogido la misma universidad que él aunque estuviera a varios kilometros de su ciudad natal por nada menos que su propia desición, y que no se creyera tan importante como para que el muchacho rigiera su vida en torno a él; Kindaichi tenía la firme idea de que él de verdad había tenido que ver con la elección de Akira, y Kindaichi se lo pagaba deseándole todo el mal en su boda. Siendo sinceros, un poco de egoísmo no le viene nada mal en esos momentos.

It's A Long Way DownWhere stories live. Discover now