Capítulo 1

47 1 0
                                    

-Hola princesita! Tu mami te envió algunos vestidos que desea que te los pruebes!

-Puedo ir papi?

-Sí mi chiquita pero primero ponte un abrigo.

-Esta bien papi!  Esperame tío ya salgo!

.....

-Tío por qué estamos aquí? No veniamos a ver mis vestidos?

-En cuanto lleguemos a España tu mami te comprará muchos vestidos hermosos!

-Pero vamos a regresar hoy mismo verdad? 

-Mm si pequeña no te preocupes por eso

-Que bien! Entonces voy a llevarle un regalo a mi papi y a mis abuelitos para que se pongan muy felices!

....

-Tío ya está oscuro y a esta hora debo estar en mi casa.

-Es mejor que te vayas olvidando de esa casa porque ya no regresarás más!

-No! Yo quiero estar con mi papito! Llévame a casa!!

-Basta de berrinches te llevaré con tu mamá y punto!

-Noo no yo quiero estar con mi papá! Quiero ver a mi papito.

-Suficiente! Deja de llorar! Te vas a quedar aquí hasta que amanezca y entonces partiremos a España!

-No no! No quiero estar aquí!- Todo estaba oscuro, nada mas se escuchaban mis gritos y por mas que golpié las puertas nadie pudo salvarme.

POV: Jade

Abrí mis ojos con lentitud mirando a mi alrededor, estaba en mi habitación. Otra vez ese sueño se hizo presente. Era definitivo que jamás podría superar el hecho de que me habían separado de mi papá cuando tenía tan solo 7 años.
Mis padres se habían divorciado y yo quedé bajo la custodia de mi papá, realmente era feliz con él y con mis abuelos consentidores a pesar de no poseer lujos, pero nunca imaginé que desde aquel fatídico día toda mi vida cambiaría por completo.

Me levanté de un salto y abrí uno de los cajones de mi mesa de noche para sacar un pequeño espejo que tenía. Que ojeras tan terribles me cargaba además de que mi cabello era un desastre.

-Jade! Qué esperas para alistarte?- dijo mi madre que había entrado a mi habitación de golpe, como siempre.

-Ya voy mamá no me presiones!- contesté guardando mi espejo y cerrando el cajón.

-Entonces apresúrate que debemos ser puntuales con los patrones!- me ordenó y después salió de la habitación casi azotando la puerta.

Mi madre nunca había sido cariñosa conmigo al igual que el resto de su familia y nunca había entendido  por qué. 

Abrí mi pequeño armario y saqué un vestido rosa pastel, el verano permitía que no necesitáramos de ningún chal o abrigo  para protegernos del frío que hacía en invierno. Al terminar de arreglarme fui hasta el comedor y ahí estaba mi madre esperándome con una rebanada de pan y una taza de leche fresca para posteriormente entrar a la parte principal de la casa de los Aragón, nuestros patrones.

 En cuanto llegamos, de inmediato empezamos a trabajar en la cocina y limpieza de la casa, que era para lo que habían contratado a mi madre cuando ella aún vivía en Ecuador. Recuerdo que en ese tiempo tenía un trabajo no muy estable pero ganaba lo suficiente para vivir, hasta que conoció a don Bernardo Aragón que se encontraba de paseo en nuestro país y este le propuso venir a España para trabajar como empleada doméstica en su casa a cambio de un salario imposible de negarse. 

-Jade!- me llamó la señora Lucrecia, una de las nueras de don Bernardo.

-Diga señora

-Mi suegro desea verte, está en su despacho!

-Enseguida voy!- exclamé dirigiéndome rápidamente al despacho de don Bernardo. Y  allí estaba él, sentado frente a su escritorio mientras leía uno de sus libros de misterio escritos por Agatha Christie. En cuanto me vio, una sonrisa se dibujó en su rostro, pues cuando mi madre me trajo a esta casa él me tomó cariño desde que me encontró ojeando sus libros sin permiso, mi reacción fue tan divertida para él que desde entonces me trató como una hija, la hija que no había tenido nunca ya que su difunta esposa le había dado únicamente tres hijos varones. Gracias a él había logrado terminar la escuela primaria y posteriormente estudiar la secundaria con la promesa de que sería muy buena estudiante, y lo cumplí. Para la universidad ya no fue posible debido a la Gran Depresión que se había iniciado en 1929 y seguía presente hasta ahora (1937) además, la Guerra Civil que comenzó el año pasado con el conflicto entre nacionalistas y republicanos, verdaderamente nos tenía en días difíciles. 

- Buenos días don Bernardo- hice una reverencia

-Buenos días mi niña!- contestó sonriente haciendo un gesto para que me sentase frente a él.

-Dígame que necesita ¿le sirvo un café?

- No no mi niña te mandé a llamar para saludarte y si es posible ¿podrías recitar algunos versos para mí? 

-Por supuesto! Sabe que lo hago con mucho gusto!

Pasaba la mayor parte del día junto a don Bernardo; charlando, oyendo la radio o recitando algunos versos. Él me trataba con el cariño que mi madre no lo hacía, además él siempre dijo que mi compañía le hacía sentir vivo y para mí era como estar con mi abuelo, del cual no sabía nada desde hace 13 años, cuando me trajeron a la fuerza. 

...

Llegada la noche, mi madre y yo debíamos quedarnos más tiempo a preparar una cena especial para el invitado que tendría la familia, tratando de economizar lo que más se pudiera debido a la crisis. 

En cuanto todo estuvo listo, nos dispusimos a ordenar la mesa y colocar algunas velas. El timbre sonó y mi madre abrió la puerta al invitado mientras los miembros de la familia le daban la bienvenida. En ese momento yo me encontraba en la cocina esperando el momento para servir la cena, mi madre regresó para servirles café. Mientras le ayudaba podía escuchar las risas que provenían de la sala, entre esas la de don Bernardo que amaba charlar horas y horas. 

-Padre creo que es hora de pasar al comedor!- le dijo el señor Ernesto a don Bernardo.

-Oh sí por supuesto hijo! por favor vamos todos al comedor!- contestó don Bernardo. 

Rápidamente mientras mi madre servía la comida yo los colocaba en el lugar de cada uno, pero en este trayecto no veía por ningún lado al invitado, al parecer había ido al baño. 

Debido a mi torpeza, tropecé con los pies de alguien y derramé por el suelo todo lo que llevaba en mis manos, todos me regresaron a ver, algunos con burla , otros con molestia y don Bernardo con preocupación. Mi madre me miró con tanta rabia y me gritó -eres una tonta! mira lo que has hecho! Pide disculpas ahora mismo!- me jalonó del brazo apretándome con fuerza. En ese momento regresó el invitado y exclamó -suéltela! no tiene por qué tratarla de esa forma! Ha sido un accidente!- me defendió. 

Tal fue mi sorpresa al ver  esos ojos verdes que habían acelerado mi corazón  en la secundaria. Era él, mi primer y único amor. Su nombre: Darío Contreras.















Amor en dos vidasWhere stories live. Discover now