II - El primer cristal

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La mirada ilusionada de la muchacha de cabellos negros se fijaba en mis ojos sorprendidos. No comprendí lo que quiso decir, por lo que decidí presentarme.

Bueno... me llamo Eliza... y, em... mi casa se quemó, por lo que no tengo hogar ya. Soy humana y nunca he visto este lugar, por lo que no se si seré de gran ayuda... – Negó con la cabeza, mientras parecía querer llorar.

Claro que no! Eres de más ayuda que cualquiera en este lugar! – Escuche un sonido de fastidio detrás mío, producido por quien me había ayudado antes – ...entiendo que no tengas hogar, en realidad, desde que el cristal se quebró nuestra vida también lo hizo, por lo que nosotros tuvimos que comenzar de nuevo nuestra forma de vida. Te ofrezco una nueva vida: Nuevo nombre, nuevo hogar, nueva familia, y nueva reputación. A cambio, tú debes ayudarnos a recomponer el cristal... – Me pareció que era algo exagerado; ¿Cómo es que yo, alguien que no sabía sobre nada en ese lugar podría saber sobre el tan mencionado cristal? Supuse que había una razón para que me tuviesen confianza. Acepte después de unos segundos. – Genial!! Ezarel, por favor lleva a Eliza a su dormitorio. – Sonrió, mientras que después de poner atención a "algo" (o alguien, más bien) frente a ella, comenzó a hacer algunas señas. Ezarel suspiro con fastidio.

Muy bien... vamos – Salió de la habitación, volviendo sobre sus pasos segundos después, ya que había olvidado que no podía caminar aun - Intenta levantarte, ya no debe ser tanto el efecto de la poción.– Tras eso, me levante sin problemas, y al intentar dar un paso, mi cuerpo se ladeo poco a poco, logrando que casi callera al piso si no fuera por Miiko.

Ezarel!! Debes procurar que no le ocurra nada! Imagínate si muere...no quiero ni imaginar eso! – Tras dejarme en pie nuevamente, Ezarel me acompañó hacia la habitación que me correspondía y al llegar, simplemente siguió su rumbo hacia no-se-dónde. Entre a mi habitación correspondiente, afirmándome de las paredes y gateando por el piso. Cuando ya me hallé sentada en la cama revise la mesita de noche, encontrándome con un diario, el cual narraba la vida de una muchacha humana. Después de leer por un buen rato llegué al final, el cual, terminaba de forma abrupta;

"Es la hora de irme. Espero que nadie encuentre este diario, y si es que lo hacen, ya estaré muy lejos. Lamento todo lo que ha ocurrido en Eldarya, pero no puedo negarme a huir a mi mundo con el único familiar que me recuerda... Adiós Eldarya, lamento haberte traicionado, pero como sabias desde el principio, nunca podría dejar mi propio mundo."

La libreta ni siquiera se había terminado, pero las letras ya no continuaban... era así hasta la última página, en la cuál, en una esquina que deseaba no ser encontrada, decía una simple palabra: "Adiós". La caligrafía parecía ser masculina, y el lápiz era distinto; Alguien se despedía de la muchacha que había huido... pero, ¿Quién? Sin querer pensar más en ello, me recosté en el colchón, cerrando los ojos y quedándome dormida finalmente.

{...}

Mis ojos adormilados salían de su sueño molesto, abriéndose lentamente. Gran susto me llevé al observar una sonrisa amplia y unos ojos alegres; Era una chica. En un rincón, se encontraba la muchacha de orejas y cola.

Ya despertó!! Buen día! ¿Cuál es tu nombre? – La chica alegre me miraba con una sonrisa confiable. Yo solo atine por hacerme a un lado. – Bueno, bueno! No te asustes... de todos modos ni siquiera necesito saber tu nombre. Miiko ya me lo dijo...

Alajea! Estas asustándola! – Reprendió Miiko, algo enfadada. Parecía ser alguien que no se alegraba con mucha frecuencia.

Lo siento... pero bueno, ¿Puedo ver la ropa que estás vistiendo? Quiero saber la gravedad del asunto – Me levanté de la cama, mostrando el largo vestido sin mangas con el que habitualmente dormía en mi hogar. Con el incendio, no me dio tiempo para cambiar de ropa. – Es... horrible. Lo siento, pero es la verdad.

Pereciendo [Ezarel - Eldarya]Where stories live. Discover now