Estresada

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Así se sentía Nayla, todos los días, todas las horas de su vida. Odiaba el terrible ardor en la planta de los pies, cuando finalizaba la clase de Madame Joussy. Odiaba estirarse y oír cómo cada una de sus vértebras crujían durante un segundo eterno. Odiaba alejarse de la barra, quitarse las zapatillas de puntas, las vendas, las curitas, mirarse los interminables callos y durezas que le surgían en sus finísimos dedos, casi siempre manchados de sangre. Las uñas de sus pies destrozadas, así como las de sus manos, ya que se ponía muy nerviosa cuando le tocaba el turno de pasar al frente y practicar el pas de deux con Sebastian. En realidad, quien la ponía nerviosa era él, el típico primer bailarín pedante, arrogante con sus compañeros, odiado hasta por los profesores y, en especial, por Nayla. Una vez, mientras ensayaban una pieza de danza contemporánea, al equivocarse ella en un jeté, Sebastian se acercó hasta quedar a un milímetro de su cara y le susurró: "Stupid argentine", con tanta ira contenida en su alto y delgado cuerpo que la chica tembló de miedo. Nay sabía que no tenía que molestarse por un insulto proviniente de alguien como él, aunque no podía evitar recordarlo, como un dardo que le arrojaban a sus neuronas, cada vez que Sebastian aparecía por los pasillos del London Dance Studio.
Anne, la muchacha de cara regordeta, piel rosada como la de un chancho bebé (por eso su apodo, Piggy) y con el mejor empeine que Nayla jamás hubiera visto, solía consolarla cuando este o  Madame Joussy las retaban en plena clase. Sabía que la mujer, de nariz afilada y temible, sólo las corregía para sacar lo mejor de ellas, que por alguna razón continuaban entre las filas del cuerpo de ballet del LDS. Sin embargo, Anne no estaba de acuerdo con ciertos métodos por parte de algunos de los docentes. En ocasiones, Nayla la había visto discutiendo en los salones, a voz en cuello, con Mr. Leighton, el director de la carrera. Éste le había prometido hacerla bailarina principal en la presentación de "Don Quixote" - y Anne realmente merecía ese título, esa increíble oportunidad- pero luego, tal vez influenciado por la opinión de Sebastian, se echó atrás y le dio la chance a Charli Passington, una total  desconocida en el Studio, pero con las mejores referencias de parte del susodicho. Desde entonces, Anne había decidido callarse, continuar superándose día a día en todas las clases y ajustándose el cabello rubio en un apretado rodete, segura de que su momento iba a llegar.
Sin embargo, nunca pudo preveer que un simple error iba a desplazarla de su objetivo y a posicionar a Nayla en el mismo camino que tantas otras jóvenes bailarinas. 

El sentido general de las cosasWhere stories live. Discover now