Chapter 4

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-Quien demonios llama a las seis de la mañana??? Espero que lo hayas mandado al cuerno! Malditos vendedores gilipollas...-

-Era Kyra... -

-Tu hermana??? Eso si qué es extraño... hace meses que no sabes nada de ella... le pasó algo a tu padre o a Justin?-

-No... me dijo que me cuidase... que hay algo extraño que está pasando, que es peligroso... que hoy el cabronazo de Richard va a llevarlos a una base militar. Estaba muy.... asustada... me dijo que en cuanto pueda va a tratar de buscarme...-

-Mmmm... de seguro es el maldito gobierno... seguro que van a iniciar una guerra o alguna mierda de esas!!!-

Emma y Amanda eran amigas desde el kinder, y vivían juntas hacía ya un par de años en un bonito apartamento que el padre de la pequeña Gautier le había comprado para que dejase de rodar de la casa de un novio a la casa del siguiente. Emma era exactamente el extremo opuesto de su familia, y aunque nunca se lo habían dicho abiertamente, Emma siempre se había sentido fuera de lugar. Se ganaba la vida tocando jazz en las calles del centro de Boston, daba clases de Tai Chi en el parque a cambio de lo que quisieran dejar sus alumnos como paga, y los fines de semana cantaba blues en los antros de mala muerte a los que era devota habitué.

Era delgada y esbelta, su cabello era negro como la misma noche, casi le tapaba toda la espalda, y solía usar una pequeña corona de flores silvestres. Algo que todas las personas que la rodeaban adoraban de ella era que siempre estaba de buen humor, y parecía que nada en la vida la afectaba realmente, y eran la música y la danza las que ocupaban gran parte de su vida. A pesar que ella y Kyra eran gemelas idénticas, desde muy pequeñas se comenzó a notar lo diferentes que eran sus personalidades, lo que llevó que con el paso del tiempo se fuesen alejando cada vez más, hecho que se profundizó cuando Emma abandonó el bachiller para huir de casa, y pasó a ser la "oveja negra" de la familia.

La temprana muerte de su madre hizo que el ahora Senador Gauthier se acercase a ella nuevamente, pero de todos modos sólo para ciertas ocasiones que podían contarse con los dedos de una mano habían vuelto a verse. Sobre todo desde que su padre se había mudado a DC. al convertirse en "representante de la Nación". Con su hermana tenía un contacto algo más regular, pero esencialmente era telefónico, ya que la "Sra. Perfección" como Emma solía llamarla a sus espaldas, no podía incluir una "hippie" en su perfecta familia marcial.

Por eso le llamó la atención de manera inquietante cuando hacía unos instantes había escuchado como Kyra le había rogado que se ocultara un tiempo y juntase provisiones, dándole una pequeña lista de lo que su hermana denominaba "imprescindibles" y rogándole que no se separase de su celular.

-Y Emma, consigue un arma. En cuanto pueda iré a por ti. Te quiero.- dijo antes de cortar.

De todas las cosas que le había dicho, aquellas últimas dos palabras eran las más extrañas de todas, porque nunca, en los 32 años que llevaban juntas caminando sobre este mundo, le había escuchado decirle eso a ella. Sabía que se preocupaba de alguna manera de su bienestar porque fue la que intermedió entre ella y su padre para que éste se acercase a Emma nuevamente, y sabía que también lo había convencido para comprarle aquel apartamento, pero en realidad Emma siempre pensó que Kyra estaba movida más bien por algún tipo de culpa... pero de allí a quererla?. Pero a pesar que confiaba en Amanda más que en nadie en este mundo, decidió guardarse para sí misma aquellas inusuales palabras.

El resto del día pasó de manera casi normal, había comenzado con unas clases de Tai Chi en el parque, pero la gente estaba muy nerviosa, y en lugar de abandonarse en la belleza de las taolu o formas de cada movimiento, cuchicheaban las angustiosas noticias. Luego tocó algo de música en Brodway East, pero nadie parecía poner atención a sus alegres trinos.

Dos días después se desató la locura en el centro de Boston. Aquella mañana Emma y Amanda estaban en el sótano del bar La perla intentando sacar algunos covers que hacía tiempo querían adaptar al blues. Desde donde estaban pudieron escuchar como un gigantesco Boing747 se estrellaba en el centro de la ciudad, lo que hizo que salieran presurosos hacia la puerta de entrada. Una ensordecedora seguidilla de sirenas de alarmas, camiones de bomberos y gente que corría enloquecida en todas direcciones hizo que Emma se llenase de espanto, y casi de manera angustiosa recordó lo que hacía un par de mañanas Kyra le había dicho, y por primera vez en mucho tiempo, tuvo miedo que su hermana tuviese razón.

Déjame Amarte PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora