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David

-Hey, David, ¿qué te pasa? Llevas un buen rato en silencio y con la mirada perdida.

Gruño internamente. Y es que nada me había preparado para encontrarme a Kath tan pronto y menos que sería yo la persona que le abriría la puerta. En mis años de mi vida nunca he pasado un momento más incómodo como ese. Tener que compartir miradas con la persona a la que besaste. 

Me revuelvo un poco el pelo, importándome bien poco que el peinado se me deshaga. Después de todo, es por Elena que lo he hecho viendo su frustración ante mi apariencia. Últimamente mi aspecto es lo que menos me ha importado, sobretodo estas semanas.

Vuelvo a mirar de reojo al sofá donde se encuentran mi hermana y Kath hablándose de a saber qué cosa. Ahora que Elena lo sabe todo querrá también conocer la versión de su amiga. Y faltaría menos. Aunque yo también quisiera poder escucharla.

Mi mirada vuelve al frente justo cuando una pequeña sombra se abalanza sobre mí y me hace soltar una inmensa carcajada. Sky me mira con esos preciosos ojos verdes y esa pequeña sonrisa que he empezado a amar desde el primer momento que la vi.

-Hey, princesa, ¿te lo estás pasando bien?

Sky asiente con la misma sonrisa y yo la invito a seguir jugando con sus amigos no sin antes decirle lo hermosa que está. Igual que su madre lo es.

Es entonces cuando me incorporo de la silla y aviso a mis acompañantes de que voy a respirar algo de aire fresco. Salgo al porche, evitando mirar en la misma dirección que la chica que domina mi cabeza desde hace unas semanas y a saber cuánto más.

Me apoyo sobre la barandilla con un ligero suspiro. Quien me iba a decir a mí que mi vida se volvería así de jodida. Es decir, no sólo me olvido de una persona que parece ser tan importante en mi mundo, sino que respondo a su beso dándole mayores esperanzas. 

Pero, ¿y si realmente es algo más que eso?

Recuerdo entonces la conversación con mi hermana, en lo que me preguntó semanas atrás y es entonces que me muerdo el labio con cierta fuerza. ¿Y si Kath me gusta? No digo ahora solamente, ¿y si la he querido desde hace mucho tiempo antes? Eso explicaría la intensidad de mis sentimientos.

Fuerzo a mi cabeza a recordar ese detalle. Tengo que saberlo. Necesito saberlo. ¿La he querido como ella a mí? ¿Por eso estoy tan confuso con respecto a Sam? ¿Por eso cuando la miro me siento de esta forma tan extraña?

Unos pasos tras mi espalda me hacen dar un pequeño respingo. Tras de mí se encuentra Kath, enfundada con ese vestido rojo que hace que mis terminaciones nerviosas incrementen. Verla después de varios días hace que algo en mi interior se aligere de golpe, como si hasta el momento hubiese estado conteniendo la respiración. No puedo evitar pensar en lo hermosa que se ve esta noche, especialmente con sus ojos azules, los cuales brillan más que nunca. Como dos estrellas del cielo.

-Kath... -murmuro con cierta sorpresa al verla parada a pocos metros de mí. Sin embargo, ella me silencia alzando una mano.

-¿Nos sentamos?

Su repentina pregunta me confunde, aunque no lo suficiente para no hacer que asienta con la cabeza. Ambos nos sentamos en las escaleras del porche y Kath recoge sus piernas con los brazos, observando hacia el cielo, donde la luna brilla reflejada en sus ojos.

Mierda, David, deja de ser tan cursi.

Durante unos cuantos segundos permanecemos en silencio, sólo refugiándonos en el agradable silencio de nuestro entorno. Quizá esta es una de las cosas que mayormente disfruto con Kath. Con ella incluso el mayor silencio es cómodo, no me siento obligado a tener que llenar vacíos. Nuestros silencios son nuestra mayor conversación.

Algún día, bajo las estrellas #1.5 (Libro #1.5 ADBECA)Where stories live. Discover now