Llamas

5 0 0
                                    


Las calles no se habían visto más tranquilas en días anteriores en los que venía al techo de mi edificio a verla, estábamos yo y mi gato Woods observando desde lo más alto de mi edificio como se podía apreciar la ciudad. Tantos sonidos que parecían ser silencio en la lejanía, tantas luces de diferentes colores hacían parecer a la ciudad un juego de video, tanta paz desde ahí hacia parecer que el mundo era un lugar donde no había guerra y por más tarde que fuera siempre estaban esas luces en las calles alumbrando la ciudad, las mismas luces que hacían parecer a la ciudad un videojuego, las mismas luces que ves cuando estas en las calles, las mismas luces que ves cuando mueres. Les puedo decir que ese fue mi último momento pacifico, puedo decir que no veía a la ciudad tan calmada desde hace años, puedo decir que extrañare ese momento.

La ciudad de Caracas no es igual a como lo era hace algunas décadas, estamos en el año 2050 y la tecnología se ha apoderado de cada una de las cosas en este pequeño mundo que llamamos tierra. No sé con exactitud cuando la ciudad empezó a avanzar tanto, pero según mi padre su juventud fue mierda, lleno de protestas, muertes, tristeza, y sobre todo dolor, un fuerte dolor que lo molesta desde su juventud. Me dirigía junto a Woods a mi casa bajando por las escaleras de emergencias del edificio por que vivíamos en el último piso y mi padre no sabía que estaba en el techo, cuando llegue a mi piso di un último vistazo a la ciudad y entre a mi cuarto a través de la ventana. Mi cuarto era bastante cómodo, tenía las paredes pintadas de blanco, mi cama en el medio con una mesa de noche marrón a su lado, un pequeño sillón en una de las esquinas donde me sentaba a leer una que otra vez libros y comics, una pared llena de fotografías que habíamos tomado mi padre y yo cuando era más pequeño, mi computador en otra de las esquina del cuarto, Una cama de gatos gigantesca porque Woods es un Savannah y un closet donde guardaba todas mis cosas para evitar tener desorden (aunque adentro de ese closet era un desastre) Pero donde realmente ocurría la magia era en mi taller a las afueras de la ciudad que me regalo mi padre cuando cumplí 17 años de edad. Deje mi bolso en la cama y me quite mi chaqueta para tirarla en el sillón, encendí mi computador y salí enseguida a la cocina a buscar algo de comer, estaba hambriento. Mi padre estaba sentado en el sofá de la sala en su computador haciendo algo.

—Te deje un emparedado en el refrigerador—dijo sin subir la mirada de su computador—Y creo que hay jugo en la despensa.

—Está bien—dije mientras buscaba ese emparedado en la nevera—Mañana me iré temprano al taller.

— ¿En que estas trabajando? —me pregunto mi padre dejando su computador en la mesa.

—Nada importante, algo bastante básico—respondí y le di un mordisco al emparedado—Pero mañana veré si realmente funciona.

—Está bien nos vemos mañana—dijo mi padre yéndose a su cuarto.

—Hasta mañana—respondí con la boca llena.

—Mac... te quiero—dijo cerrando la puerta de su cuarto.

Con el emparedado en la boca volví a mi cuarto y camine hacia mi computadora para sentarme a revisas mis redes sociales. Estaba bajando el inicio cuando mi celular sonó, era mi amigo Miguel, conteste el celular y con una voz muy fuerte me dijo—Mac...Pana, tienes que venir al café ahora mismo está todo, bueno casi todo el grupo, faltas tú, te esperamos aquí—Sin dejarme decir una palabra Miguel colgó el celular y me dejo con algunas palabras en la boca, tire mi celular a la mesa y seguí revisando mis redes sociales, pero sin siquiera pasar una par de segundos en mi computadora llego un mensaje de Miguel diciendo "Además, ella está aquí" con ella se refería a Rose, una chica de cabello corto color marrón claro, ojos delineados de una forma tan original y sus labios perfectos que no necesitaban labial. Deje caer mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos por unos momentos, luego los abrí rápidamente y me levante de la silla. Tome mi chaqueta y salí por la puerta del cuarto con pasos apresurados. El café no quedaba muy lejos del edificio, como mucho un par de cuadras así que luego de salir del apartamento me monte en el ascensor, presione el botón de planta baja y acomode mi cabello improvisadamente con mi mano. Creía que era importante arreglar mi cabello pero la verdad es que como era rizado nunca estaba verdaderamente acomodado, pero me hacía sentir que si lo estaba. El ascensor llego a Planta baja y salí a la calle para dirigirme al café. Luego de haber caminado por alrededor de 5 minutos llegue al café y en lo que entre por la puerta del local Miguel se levantó de la mesa donde estaba todo el grupo y con una mano me hizo señas de que me acercara a donde estaban reunidos, le respondí con una pequeña sonrisa y me acerque a la mesa donde estaban sentados.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 31, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

ROTOSWhere stories live. Discover now